Primer Coloquio Iberoamericano de Investigación en Comunicación, Política y Sociedad
Por Denzell Small y Sheila Santiago
“No puede haber política sin comunicación”, afirmó la doctora Carola García, directora de la FCPyS, al inaugurar el Primer Coloquio de la Red Iberoamericana de Investigación en Comunicación, Política y Sociedad (RIICOPS), organizado por el Centro de Estudios en Ciencias de la Comunicación (CECC), en el cual participaron académicos de México y de otras instituciones educativas del mundo.
Después de apuntar que la comunicación política es un campo interdisciplinario que se nutre de distintas teorías, la titular del plantel afirmó que el principal objetivo de las universidades no debe ser sólo la producción de conocimiento, sino abrir espacios de debate que permitan generar soluciones a problemas sociales.
Otro tema abordado por la interlocutora fue la perspectiva de género en la comunicación política. Enfatizó que las universidades son instituciones donde se ejerce el poder, donde no aparece suficiente bibliografía femenina en los programas de estudio, y donde únicamente se suele resaltar la labor de los hombres.
La profesora también destacó la importancia simbólica e histórica de que este primer coloquio de investigación, donde se analizó el tema: «Comunicación, política y sociedad más allá de la pandemia», se haya llevado a cabo en la FCPyS, institución pionera en el estudio de la comunicación política.
El doctor Gabriel Kaplún, especialista en Estudios Culturales de la Universidad Andina, Simón Bolívar, y presidente del Comité directivo de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), tocó el tema del avance y relevancia de los medios de comunicación digitales como resultado de la pandemia; y remarcó que dicho cambio de paradigma no transforma una realidad, pues “los problemas, más que en el mundo digital, están en el mundo físico”.
Tras resaltar los procesos contemporáneos de aislamiento y de control, así como los nuevos conceptos surgidos, reinventados o redescubiertos durante el confinamiento, Kaplún subrayó que “salimos más pobres y más vigilados” de la contingencia de salud, aunque también “más críticos y más solidarios”.
Al participar en la mesa 1: «Estudios en comunicación política», el doctor Rodrigo Perera, del CECC, apuntó que el ciberespacio propicia deliberación y participación ciudadana, pero al mismo tiempo aumenta la incidencia de cuestiones negativas, formándose así corrientes optimistas y pesimistas.
Por su parte, el doctor Gerardo Dorantes, catedrático de la Facultad, aseveró que “la comunicación política y la participación social sí han avanzado a paso acelerado”, pero “el ciberoptimismo no se justifica”, pues está presente el avance de otro tipo de amenaza virulenta: la infodemia.
En su participación, y al señalar el bajo número de alumnos de la Facultad que eligen comunicación política, como opción terminal, el maestro Leonardo Figueiras, también adscrito al CECC, indicó que esto se debe a que a veces únicamente se le mira desde el prisma de la propaganda, lo cual hace que el estudiantado prefiera las áreas relacionadas con los medios o la prensa.
En el caso mexicano, añadió, puede decirse que los políticos han fomentado esta idea nociva de la comunicación, lo cual fomenta la desconfianza y el rechazo; empero, “no queremos ser parte de ese desencanto”; la FCPyS debe intentar diferenciarse de dicha dinámica, precisó.
Medios de comunicación en los procesos democráticos
En la mesa 2, “Estudios interdisciplinares en comunicación”, la profesora de la Universidad Técnica de Cotopaxi (Ecuador), Lorena Catherine Álvarez, explicó la propuesta de su tesis doctoral en desarrollo, en la que propone analizar los medios de comunicación y su adaptación a los procesos de democratización que exige el entorno ecuatoriano.
En el estudio se examinan los contenidos de medios tradicionales, como la televisión, que es el segundo lugar al que las audiencias recurren después de internet, mismos que presentan atrasos en infraestructura tecnológica y en calidad, además de que privilegian la emotividad sobre el análisis, enfatizó.
Las redes establecidas mediante la virtualidad sirven para generar contenido que ayuda en la educación, explicó por su parte el doctor Julio César Mateus, de la Universidad de Lima (Perú); no obstante, sentenció, no debe confundirse educación mediática con tecnología educativa. Tomando como guía algunos enfoques propuestos por la UNESCO, y refiriéndose a ciertos preceptos educativos de Paulo Freire, planteó: “se debe garantizar el acceso y la apropiación de las TICs para desarrollar capacidades críticas y con sentido pedagógico”.
El doctor Alejandro Morales, de la Universidad de Chile, recordó que durante la pandemia, la web coadyuvó a la comunicación sin contacto presencial, tanto en el ámbito educativo como en el científico, a través de productos que deben cumplir con estándares de calidad en el diseño, el uso de la interfaz, la interactividad y la creación de contenidos.
En su alocución, la doctora Ma. Luisa Sánchez, de la Universidad Complutense de Madrid, evaluó a la inseguridad de los periodistas como un nuevo paradigma de la crisis. Refirió que las pocas garantías laborales para el quehacer del reportero, cambia, necesariamente, la calidad de los mensajes, lo que provoca riesgos en el reconocimiento público, alarmismo, alimenta la desinformación y dificulta la ubicación de fuentes confiables.
Afirmó que la transparencia y el discurso de riesgo cambia de dimensión cuando se inserta en la globalización, pues los datos conviven con falsa información, y con ciudadanos que consumen más redes sociodigitales que páginas oficiales.
Al tomar la palabra, la doctora Daniela Osvald, de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), resumió que las nuevas dimensiones de violencia de los procesos de comunicación son peligrosas cuando son legitimadas por la opinión pública. Para ejemplificar, recordó los casos de los ganadores del Premio Nobel de la Paz, en la categoría de Libertad de expresión: los periodistas María Ressa y Dimitry Muratov, fundadores de Rappler y Nóvaya Gazeta, respectivamente, por cuyas publicaciones son perseguidos por los gobiernos de Filipinas y Rusia.