Las mujeres, eje de las transformaciones sociales y políticas
Por Fotios Messados
El enfoque de género es condición indispensable para reconocer el papel clave que jugaron las mujeres en la constitución del nuevo Estado mexicano y la política internacional, a finales del siglo XIX y todo el siglo XX. Aún más, éste es el eje central de las investigaciones futuras que debemos utilizar si queremos comprender las transformaciones sociales y políticas de México, a partir de la Revolución Mexicana.
En los anteriores términos se expresó el 7 de septiembre la doctora Leticia Bonifaz, experta en derechos humanos e igualdad de género, en la conferencia: La Revolución Mexicana y las bases de la política internacional del nuevo Estado (1910-1917), organizada por el Centro de Relaciones Internacionales (CRI) de la Facultad. Asimismo, agregó que la trascendencia del actuar de las mujeres en la política y sociedad mexicana, en todo el siglo XX, no puede ser entendida fuera de un contexto mundial, es decir, aquel de entreguerras, de luchas obreras a nivel mundial y reivindicaciones sufragistas por parte del movimiento feminista.
En la lucha de las mexicanas por el cambio del “estatus de la mujer”, que les atribuía un papel secundario frente al hombre, se articulaban “las luchas sufragistas, el pacifismo y la lucha de los derechos del trabajo”, puntualizó la especialista. Efectivamente, abundó, la reivindicación “de derechos civiles y políticos para la mujer” empieza paulatinamente con el porfiriato, sigue con la Revolución Mexicana y da sus primeros resultados en la constitución del nuevo Estado postrevolucionario; no obstante, estos frutos hubieran sido imposibles sin la aportación de figuras femeninas como Hermila Galindo y muchas otras, que debido a su educación y posibilidad de viajar a Estados Unidos, unieron sus ideas a las demandas y movimientos sociales universales.
Todas esas mujeres, conocidas o desconocidas, fertilizaron a la sociedad mexicana, pues las ideas progresistas, incluidas las feministas, tuvieron un papel vital en las transformaciones de la sociedad mexicana. Así, Hermila Galindo “absorbe lo que pasa en Europa y Estados Unidos y lo integra en la Revolución Mexicana”. De este modo, afirmó la académica, la visión americanista por la que luchó Galindo, con la que se promulga la Doctrina Carranza en el continente, permitió a México tener una política exterior más activa en el plano nacional e internacional; porque en aquel momento “toma México el liderazgo en América Latina en el panamericanismo”.
Si para Galindo, la Doctrina Carranza podía garantizar una autonomía nacional relativa frente a una dependencia de las grandes potencias, ella también contemplaba cuál sería “el papel de la mujer en la nueva era” y el nuevo marco de las relaciones internacionales, concluyó la doctora en Derecho por la UNAM.
Las demás participantes hicieron hincapié en el aporte de las mujeres a la creación de una diplomacia cultural mexicana, así como en el desarrollo de las relaciones internacionales, a partir de su papel como embajadoras, pero a la vez señalaron su no visibilidad y exclusión. Rosa Isabel Gaytán, Marlene Alcántara e Irene Zea, académicas del CRI, hablaron de la exigencia de futuras investigaciones profundas que permitan tener clara nuestra política exterior, de la necesidad de que los jóvenes se animen “a construir la equidad de género” y se sumen a la nueva visión de las indagaciones sobre el tema, y de la certidumbre de que la “la investigación debe descubrir y visibilizar el trabajo de las mujeres”.