Impactos sociales, ecológicos y políticos de los megaproyectos de la 4T
Por Carlos David Cabrera Palacios

Portada del libro.
¿Qué está pasando en el sureste mexicano, quién decide qué es desarrollo y quién lo padece?, son algunas de las preguntas planteadas en las páginas del libro: Acción colectiva y megaproyectos en el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) en México, presentado en la Facultad por sus coordinadores, Moisés Frutos Cortés, Saúl Horacio Moreno Andrade y Miguel Rodrigo González Ibarra, con el apoyo de la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, cuyo propósito es analizar las grandes obras de infraestructura promovidas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el sureste del país.
En el texto se examinan los impactos sociales, territoriales, ecológicos y políticos de los llamados megaproyectos, al tiempo que se subraya que aun cuando éstos fueron planteados como motores del desarrollo regional, han generado tensiones, conflictos y resistencias por parte de comunidades afectadas, particularmente indígenas y campesinas.
La publicación se compone de 13 capítulos, organizados en tres ejes temáticos: el Tren Maya, los megaproyectos e impactos sociales en el sur-sureste, y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. En su edición participan más de una veintena de especialistas de universidades públicas y centros de investigación nacionales, entre ellos FLACSO, UNAM, UAM, UQRoo, UADY, UNICACH y CIESAS.

Miguel Rodrigo González Ibarra, Christian Octavio Diego Guerra y Moisés Frutos Cortés. Foto: David Cabrera.
La obra es el resultado de un esfuerzo colectivo del Segundo Foro Regional Golfo-Sureste, realizado en Campeche. Su objetivo, como se dijo, es analizar los efectos sociales, políticos, ambientales y territoriales de los megaproyectos del gobierno, pero desde el terreno, con datos, entrevistas, contexto histórico y voces. Se estudia con detalle el Tren Maya, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec y la refinería de Dos Bocas, tres proyectos que han sido presentados por el Ejecutivo como impulsores del desarrollo, pero que han generado conflictos y daños al medio ambiente y al patrimonio arqueológico.
Lejos de emitir juicios simplistas, los autores se adentran en las tensiones entre el discurso oficial del progreso y la realidad cotidiana de los pueblos y comunidades. En Campeche, por ejemplo, una encuesta revela que si bien muchos habitantes esperan mejoras económicas con el Tren Maya, la participación ciudadana en las decisiones ha sido mínima. En la Península de Yucatán otras personas denuncian la destrucción de vestigios arqueológicos milenarios y el avance del capital privado sobre territorios indígenas.
En la investigación también se exploran los procesos de militarización, despojo territorial y reconfiguración productiva que acompañan al Corredor Interoceánico, al tiempo que lanza una pregunta incómoda: ¿se puede hablar de transformación cuando se reproduce la lógica extractivista y centralista del pasado?

Los autores analizan las tensiones entre el discurso del progreso y la realidad de las comunidades. Foto: David Cabrera.
Y sin embargo, no todo es crítica. En el trabajo se reconoce que hay sectores de la población que apoyan los proyectos, esperanzados por la posibilidad de empleo, conectividad o mayor visibilidad; pero señala que ese respaldo está condicionado por la exclusión estructural; es decir, cuando a una comunidad históricamente olvidada se le promete algo —aunque sea una carretera o una terminal—, es difícil decir que no.
En síntesis, el texto no trata acerca de trenes ni puertos, sino en palabras de los presentadores, sobre el abuso de poder que ejerció el gobierno de la 4T; esto es, pretende analizar los discursos del desarrollo y a preguntarnos, siempre, ¿para quién? ¿bajo qué condiciones? ¿y a qué costo?