Una elección cosmética

Octavio Ortega, Licenciado en Ciencias de la Comunicación muestra en este artículo, cifras de las elecciones por la Ciudad de México. Ilustración: Ángela Alemán
Desde el 16 de febrero, todos los martes, a partir de las 17:30 horas, sesiona el grupo de 30 de notables designados por el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, para redactar la Constitución de la Ciudad de México. Los trabajos se realizan a puerta cerrada en la Oficina Oval del Palacio del Ayuntamiento.
A pesar de que este grupo de trabajo redacta un proyecto de Constitución para la Ciudad de México con el argumento de la participación y para ello incorpora propuestas ciudadanas recabadas en internet, foros universitarios y mesas sobre temas especializados, la redacción recae sólo en ellos. Han pasado cinco meses y hasta el momento se desconoce lo que contiene el proyecto de Constitución. Existe, pero se mantiene en secreto.
Para aparentar que el ciudadano tendrá influencia en ese texto, en la reforma constitucional del artículo 122 (que dio vida, cambió el nombre a la Ciudad de México y ordenó redactar una Constitución) se estableció que los habitantes de la CDMX votarían por 60 constituyentes de un grupo de 100 que trabajarán el proyecto y redactarán el texto final.
Evidentemente, al reducir la elección a un 60 por ciento de los integrantes, los partidos políticos evidenciaron que tenían capturado el proceso. Tras la jornada electoral sólo un ciudadano independiente, el bombero Ismael Figueroa, fue el único que logró entrar por la vía de las candidaturas sin partido.
Antes de las elecciones, y con sólo tomar el porcentaje de votación alcanzado por los partidos en 2015, se proyectó que los 60 lugares se repartirían así: 19 Morena, 16 PRD, 9 PAN, 7 PRI, 2 PVEM, 2 Movimiento Ciudadano, 3 PES, 1 Panal y 1 PT.
Al final, hubo ligeros cambios de lo proyectado y los 60 lugares se repartieron de la siguiente manera: 22 Morena, 19 PRD, 7 PAN, 5 PRI, 1 PVEM, 1 MC, 2 PES, 2 Panal, 1 PT y 1 Independiente.
«Las mínimas diferencias entre lo proyectado y lo obtenido confirman que las previsiones sobre la configuración del Constituyente habían quedado establecidas desde antes de la elección.» Las mínimas diferencias entre lo proyectado y lo obtenido confirman que las previsiones sobre la configuración del Constituyente habían quedado establecidas desde antes de la elección.
Con los nombramientos de los otros 40 constituyentes (14 por el Senado, 14 por diputados, 6 por el Presidente y 6 por el Jefe de Gobierno), el reparto final será: 29 PRD, 22 Morena, 21 PRI, 14 PAN, 3 PVEM, 3 PES, 3 Panal, 2 MC y 1 Independiente. Más dos espacios que Morena no designó en protesta por el mecanismo de designación.
Como en las apuestas, los partidos jugaron con un margen calculado, pero tenían establecido que ningún partido tendría mayoría de 50+1. Adicionalmente se logró que el PRD tendrá el grupo más numeroso a pesar de su caída tras la aparición de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador.
También se logró que el PRI quedara representado como la tercera fuerza en la Asamblea Constituyente, a pesar de que es la quinta fuerza electoral.
La primer Constitución del país en el siglo XXI, que en los discursos fue planteada como un proyecto con visión de futuro, se elabora con los mecanismos de la política del pasado. Se debe resaltar que no es una Constitución innecesaria, al contrario, debería ser un documento de proyección.
Los antecedentes sobre la necesidad de una Carta Magna para la Ciudad de México se remontan a 1993, cuando el regente de la Ciudad, Manuel Camacho Solís, elaboró una reforma política que buscaba la creación de un Estatuto de Gobierno para la Ciudad. El Estatuto (la máxima ley de la Ciudad hasta el momento) fue publicado el 24 de julio de 1994. Y a partir de entonces ha recibido una serie de reformas en materia de organización política.
Una primera, en 1996, dio paso a la elección de jefe de Gobierno. En 1999, se dio cabida a la elección de jefes delegacionales y la última reforma, relativa a la elección de autoridades, se dio en 2014. Ahora, se permite la reelección de autoridades a partir de 2018.
«El texto de la Ciudad de México debería ser ambicioso, de avanzada, consideran los especialistas, pues los referentes constitucionales son del principio del siglo pasado» El texto de la Ciudad de México debería ser ambicioso, de avanzada, consideran los especialistas, pues los referentes constitucionales son del principio del siglo pasado. De las 31 constituciones que rigen en los estados, 13 se elaboraron en 1917 y siete en 1918. Las dos más recientes, las de Baja California Sur y Quintana Roo, datan de 1975. Ha habido reformas integrales, una en el Estado de México en 1995, otra en San Luis Potosí en 1996, una en Zacatecas en 1998, otra en Veracruz en 1999 y, la más reciente, en Guerrero, en 2014.
El texto de la Ciudad deberá estar sujeto a lo establecido en la Constitución y la pregunta es entonces: si ya había un Estatuto, y la ley de la Ciudad debe estar sujeta a la Constitución nacional de 1917, ¿por qué mandatar una Asamblea Constituyente y redactar una Constitución para la Ciudad de México?
La respuesta es que se deseaba amalgamar la Constitución al festejo por el Centenario de la Constitución y reconfigurar el reparto de poder de manera artificial.
El proyecto de Constitución deberá estar terminado en agosto. Los Constituyentes sesionarán a partir del 15 de septiembre y apenas tendrán cuatro meses para negociar el proyecto final, un mes más que el tiempo otorgado a los notables para elaborar el proyecto.
El 31 de enero, los Constituyentes deberán aprobar la Constitución para que el 5 de febrero pueda ser publicada en la Gaceta Oficial.
Hasta ahora se desconoce cuánto costará esta nueva Constitución, pero en la mentalidad de las autoridades de la Ciudad y la clase política se pensó más en la fecha, en los tiempos y los repartos, no en los contenidos, prueba de ello es que no se ha dado a conocer el proyecto de Constitución para que pueda ser debatido y comentado por los ciudadanos.
Octavio Ortega
Lcenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM con Máster en Periodismo Digital por la Universidad de Alcalá. Actualmente es profesor en la Universidad del Valle de México.