Prensa y nuevo gobierno

Mesa de discusión sobre los cambios en la nueva relación mediática con el gobierno de AMLO
“La relación medios-gobierno ha dado un giro de 180 grados”, comenzó el profesor Leonardo Figueiras, quien moderó la mesa de discusión Prensa y nuevo gobierno: intereses, conflictos y expectativas. Se abordaron las ventajas, desventajas y hasta los efectos residuales de la nueva realidad política encabezada por AMLO. Porque en eso sí coincidió la mesa: lo que se vive es algo inédito, un cambio en la relación poder político-medios.
Etapas de la frontera: inexistente, tensa y en transformación
“Calles enviaba cartas a los medios para que se publicaran íntegras”, prosiguió Leticia Robles, quien recientemente obtuvo la primera plana en Excélsior. El poder se concentraba en el PRI, había un avasallamiento de los medios, por lo que no había frontera poder político-medios, argumentó.
Pero la relación fue cambiando. La frontera empezaba a delimitarse, aunque débilmente. Surge otro periodismo con El Día y el Excélsior de Scherer. “Una diversificación en la relación”, lo sintetizó. La tensión aumentaba conforme surgían nuevas formas de hacer periodismo, un periodismo más independiente.
Poco antes del 2000 ya había un periodismo que daba voz a los grupos disidentes, aunque después de la victoria de Fox se transforma de nuevo la relación medios-gobierno. “La figura presidencial se desmitificó”, comentó. Aseguró que se viven nuevos tiempos para los medios, pero la profesora Robles terminó su participación con una preocupación: el trato hostil a los medios por parte de López Obrador. “El periodismo no debe ser complaciente y lo tiene que comprender”, finalizó.
Migración a medios digitales
“Quien ha comprendido la nueva realidad comunicacional tiene nombre: Andrés Manuel López Obrador”, comentó el profesor Pablo Cabañas. En estos tiempos de cambio mediático, quien ha sabido capitalizar las nuevas tecnologías, no lo duda, es el presidente. “Ha roto paradigmas: ya no es el vocero quien da los mensajes, él ha tomado el liderazgo”, dijo. Sencillamente, el país enfrenta una nueva dinámica de cultura política, concluyó Cabañas.

Ernesto Nuñez, Pablo Marentes y Carlos Sánchez durante la mesa. Foto: Aide Gómez
Claroscuros y una propuesta
Ernesto Núñez trabaja con Carmen Aristegui y lo tiene muy claro: “Hay un fenómeno de comunicación política inédito”. Proporcionó cifras para dimensionar la magnitud del cambio: en 84 días de gobierno ha habido 60 conferencias matutinas con una duración sumada de 79 horas, y se le han preguntado a AMLO 1120 preguntas. Además, ofreció una comparación: “Si sumáramos los spots televisivos transmitidos durante toda su carrera política, sólo nos darían 30 horas de contenido”. Y apenas comienza esto.
Destacó dos realidades con distintas consecuencias respectivas. Primera: la importancia de encarar los problemas, de hablar directamente con el presidente. “Imagínense poder haberle cuestionado directamente a Peña Nieto sobre Ayotzinapa o sobre la Casa Blanca”, ejemplificó. Pero, por otro lado, está la segunda realidad: la desactivación de los medios. La agenda la marca ahora el presidente. Los medios no han sabido articularse: mientras ellos hablan del tema de ayer, AMLO ya está con el siguiente, con el de hoy.
Hay riesgos, advirtió, de que, al delinearse la frontera medios-gobierno, otros grupos sustituyan los recursos que los medios recibían del gobierno y generen una agenda frontal y hostil. Pero ofreció una posible salida: “Los medios deben poner su propia agenda, dedicarse a sus temas”. Concluyó con un tono optimista: “los lectores sí agradecen el periodismo de calidad”. En vez de intentar seguirle los pasos como un satélite, la opción puede ser explorar otras posibilidades periodísticas, seguir un camino distinto.
Hipótesis de aprobación
Carlos Sánchez y Sánchez se mostró preocupado por los “efectos residuales pero significativos” de la nueva realidad política. Ofreció entonces una serie de hipótesis acerca de la altísima aprobación de López Obrador, que, según El Financiero, ronda el 86%: 1) no hay alternativas al discurso constante y la oposición está fragmentada; 2) hay una reciprocidad de contenidos comunes entre su electorado y él mismo; 3) similar al punto anterior, existe un acuerdo normativo entre su electorado y él mismo; y 4) por la teoría del silencio, es decir, tiene un apoyo por mera inercia política. Advirtió, sin embargo, que estas hipótesis deben ser revisadas metodológicamente, pues sólo los pone a consideración.