¿Por qué defender el TLCAN?

Discusión sobre el TLCAN. Fotografía: Isabel Pérez| Gaceta Políticas
Frente a la política económica que la administración de Donald Trump ha intensificado, analizar desde enfoques académicos, políticos, económicos y sociales la coyuntura que hoy existe en el marco de las renegociaciones del TLCAN es una obligación.
Por ende, el propósito que promueve México en el marco de las renegociaciones del TLCAN: análisis y perspectivas es iniciar un recontrato decisivo, diversificado, para superar la posición vulnerable y asimétrica en que se encuentra México y así generar alternativas frente a los ataques de Trump; señalarón José Romero, director del CEE, en compañía de Alicia Puyana, profesora e investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-MEX); Kimberly Nolan y Mark Aspinwall, del Centro de Investigación y Docencia Económicas A.C.
Hoy la desindustrialización en EU le ha convertido en una economía financiera, de grandes empresas trasnacionales y más allá o por encima del Estado. De cara a esto, la situación de México debe “diversificar sus exportaciones y reindustrializar distintos sectores de la economía; el mundo es amplio, y la situación delicada del país exige una resurrección del Estado, entonces: ¿por qué defender el TLCAN?”, cuestionaron.
En esa dirección, Alicia Puyana mencionó que los hechos alternativos y la negociación del TLCAN simbolizan la réplica mexicana frente a la distribución desigual del ingreso con EU y Canadá, por ello, “ante la incertidumbre política y el impredecible temperamento de Donald Trump, es primordial comprender que la orientación comercial debe buscar tres aspectos indispensables: la renegociación, la no renegociación o transformar el modelo económico actual”.
Para finalizar, Mark y Kimberly del CIDE, coincidieron que es importante determinar cuál es el interés mexicano en el marco de renegociaciones e inversión extranjera, ya que no existe una consulta real con la sociedad civil y la falta de voluntad es evidente. Es urgente que estas circunstancias sirvan para preguntarnos: ¿es posible sostener la idea de que la relación económica beneficia solamente a un socio y no a ambos?