Nuevos referentes y perspectivas en la educación

Gabriela de la Cruz Flores
Doctora en Psicología por el Instituto de Investigaciones Sobre la Universidad y la Educación (IISUE), UNAM

¿Qué opina acerca de la importancia de investigar sobre la educación con nuevos referentes y perspectivas; estar abiertos a nuevas capacidades e informaciones, más que a la adquisición de conocimientos ya definitivos?

La pregunta cobra un valor y sentido importante en los tiempos que corren. Investigar en el campo de la educación no es una tarea menor, pues está en juego el futuro de nuevas generaciones que, en diferentes escalas, han visto truncada su formación y la calidad de ésta por la situación calamitosa de la Covid-19. Además, la misma cuestión evoca dos grandes ámbitos que vale la pena diferenciar.

 

El primero tendría que ver con la construcción de referentes teóricos, metodológicos, epistemológicos y éticos para acercarnos, desde la investigación, a los fenómenos educativos que han tenido lugar durante la enseñanza remota de emergencia, y trazar desde ahí, nuevos derroteros que reconozcan la diversidad, así como múltiples y variadas alternativas para la construcción social del conocimiento, a través de la mediación de la tecnología. El segundo se relaciona con la construcción de nuevas didácticas y prácticas pedagógicas que favorezcan el armado de situaciones de aprendizaje variadas y flexibles que posibiliten el desarrollo pleno de capacidades en el estudiantado. Y es aquí donde la complejidad adquiere relevancia como paradigma que invita a reconocer la interconexión entre disciplinas y el aprendizaje del pensamiento relacional, más aún en el contexto contemporáneo donde llega a imperar el caos y la efervescencia de nuevos lenguajes y códigos.

 

¿Cómo recomienda el replanteamiento de los modelos pedagógicos y la planeación curricular en las ciencias sociales?

Los modelos pedagógicos resumen ideales de seres humanos que se pretenden formar; guían en la definición de estrategias, contenidos, experiencias/situaciones de aprendizaje; enmarcan los roles y actividades de los participantes (docentes y estudiantes).

 

Ahora, con la inmersión acelerada de la tecnología en el ámbito educativo, los llamados modelos tecno pedagógicos han cobrado mayor fuerza —de tiempo atrás ya existía un basamento conceptual y práctico al respecto— y hecho visible la relevancia de construir ambientes de aprendizaje que potencialicen la participación, colaboración y aprendizaje de todos los implicados en los procesos educativos, reconociendo con ello la diversidad y riqueza de los entornos externos al ámbito académico, que también pueden ser fuente de aprendizaje.

 

Para replantear modelos pedagógicos, un primer paso es situar y reflexionar sobre qué seres humanos estamos dispuestos a formar y a qué valores responde dicha formación, es decir, es importante reconocer el papel ético de la educación, de cara a las múltiples desigualdades y asimetrías. Esto en el terrero de la educación superior implica analizar el qué y para qué de la formación profesional en los múltiples campos del conocimiento.

 

Posterior a ello y, asumiendo el imperativo de transitar hacia ambientes híbridos o por lo menos con cierto engranaje mediado por la tecnología, es necesario afianzar la construcción de modelos tecno pedagógicos que favorezcan el diseño de situaciones que promuevan no sólo el aprendizaje del corpus teórico y metodológico de las profesiones, sino que a la par promueva la interdisciplina, reconociendo que a través de la misma podremos dar respuesta a las múltiples problemáticas que enfrenta la sociedad contemporánea. Esto implica la creación de propuestas curriculares novedosas que favorezcan la colaboración docente, discusión y abordaje de nodos problemáticos, que a su vez deriven en aportes e intervenciones profesionales desde los primeros años de la formación profesional. Al respecto, valdría la pena valorar los aportes de metodologías como el aprendizaje servicio, el aprendizaje basado en proyectos, así como potencializar los principios del aula invertida, para favorecer la autonomía y gestión del tiempo del estudiantado.

 

¿A qué retos se enfrenta la planeación de la educación superior en ciencias sociales, ante la actual necesidad de repensar los modelos pedagógicos y mapas curriculares que permitan abordar desde novedosas perspectivas teóricas los nuevos objetos de estudio?

Ubico por lo menos tres grandes retos: 1. Formación docente; 2. Creencias y prejuicios sobre la tecnología y sus aportes a los procesos de aprendizaje y 3. Colaboración y participación de estudiantes y docentes. Considero que de poco vale repensar los modelos pedagógicos y mapas curriculares si a la par no se atienden los desafíos referidos.

 

Es decir, si bien el contexto actual anima la posibilidad de avanzar hacia la configuración de propuestas novedosas y disruptivas, basadas en una discusión profunda sobre los procesos de formación en ambientes híbridos y ubicuos, que recuperen, por ejemplo, los aportes del paradigma de la complejidad, su impacto será escaso si no se reconfiguran o por lo menos, se reflexiona, sobre los retos en cuestión. Por ejemplo, la formación docente, en particular en educación superior, exige esquemas que promuevan la práctica reflexiva y la sistematización de la labor, más aún ante los continuos ajustes y cambios que ha realizado la comunidad docente para hacer frente a su encargo social durante la pandemia.

 

Ello implicaría diseñar esquemas de formación articulados al quehacer docente dejando atrás aquellos modelos academicistas y cargados de contenidos con poco o nulo vínculo con lo que sucede en las aulas y los desafíos que se enfrentan. Segundo reto: es innegable el valor y el alcance de la tecnología en la formación profesional no sólo porque coloca al estudiantado ante ambientes que promueven el pensamiento crítico, la autonomía, la gestión del conocimiento y el desarrollo de las llamadas habilidades blandas, sino por su potencial para crear verdaderas comunidades de aprendizaje. Sin embargo, diversos estudios, incluyendo los encabezados por la Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia (CUAIEED-UNAM), han puesto de relieve que existen creencias y prejuicios que debilitan los aportes de la educación virtual. Por ello, cualquier transformación de modelos pedagógicos debiesen trastocar las formas de concebir dichos recursos de los agentes implicados; de otra manera, se cae en el riesgo de incorporarlos, pero sólo como accesorios al quehacer educativo.

 

Finalmente, pienso que una de las grandes lecciones de la educación remota de emergencia ha sido la necesaria colaboración entre docentes y estudiantes, así como la relevancia de asumir, a través de la participación, mayor responsabilidad y control en el aprendizaje. Por ello, todo cambio en los modelos pedagógicos debiera colocar en el centro estos asuntos, y promoverlos, en aras de reconfigurar nuevos tejidos sociales más solidarios y basados en el bien común.

 

En la UNAM, como universidad autónoma y pública, ¿de qué forma se está proyectando hoy el modelo pedagógico?

Todo apunta a que en nuestra casa de estudios nos vamos orientando a modelos pedagógicos que ponderan esquemas híbridos y B-learning; no obstante, si bien se reconocen esfuerzos institucionales en los últimos dos años hacia dichos esquemas, es importante reconocer conflictos por resolver que llegan a sobrepasar los límites institucionales; por ejemplo, las brechas en el acceso a la tecnología en los hogares de los alumnos e incluso, las condiciones adversas para estudiar en casa.

 

Otro asunto tiene que ver con cómo favorecer el aprendizaje de habilidades y saberes prácticos, propios de la labor profesional, y pareciera que la experiencia en las distintas escuelas y facultades ha sido vasta, diversa, e incluso, con distintos grados de desarrollo; por ello, convendría avanzar en nuevas didácticas que permitan aportar a dichos aprendizajes. También, habría que orientar la consolidación de sistemas de evaluación formativos, en tanto éstos pueden apuntalar procesos de largo aliento, como el aprendizaje a lo largo de la vida.

 

¿Qué papel tiene la investigación sobre la educación en las áreas de conocimiento social, en un contexto de complejidad y movilidad laboral, que afectará las nuevas formas de trabajo?

Su papel es vital, porque nos permite documentar los cambios y transformaciones acontecidos, a la par de construir nuevos enfoques para responder a problemáticas multicausales, como lo ha sido la propia emergencia sanitaria, donde hemos sido testigos de la interconexión de distintas disciplinas (por ejemplo, medicina, psicología, economía, sociología, filosofía, arquitectura, entre otras) para desentrañar y dar respuesta a una situación inédita.

 

Sobre la movilidad laboral, más que afectar las nuevas formas de trabajo, sitúa la importancia de ajustarse continuamente a retos y posicionarnos como profesionales con altos niveles de exigencia a nivel nacional e internacional. En este contexto, la investigación educativa desde hace décadas ha aportado al estudio de nuevos esquemas de trabajo, incluyendo la movilidad laboral. Es probable que ésta cobre nuevos rostros en poco tiempo, donde el uso de la tecnología tome mayor fuerza, e interconectados, colaboren profesionales de distintas latitudes, sin la necesidad de cambiar de residencia. Experiencias al respecto ya existen y más con el fortalecimiento del home office.

 

¿Se está preparando a los estudiantes en el entendimiento de las interconexiones del conocimiento?

El análisis de propuestas curriculares en educación superior y mi experiencia como docente en la Facultad de Psicología, me permiten afirmar que sí se está realizando esto con materias como “Transdisciplina”, e incluso la puesta en marcha de proyectos donde colaboran docentes y alumnos de múltiples escuelas y facultades. Además, siendo congruente con lo expuesto en esta entrevista, las nuevas generaciones han encontrado en otros espacios externos al ámbito académico oportunidades para identificar y vivenciar la interconexión del conocimiento, así como nuevos códigos que reverberan en aproximaciones novedosas y emergentes. En la universidad enfrentamos el gran reto de ampliar nuestro espectro de acción y reconocer esa gama de experiencias y entornos que contribuyen al aprendizaje y a la interconexión del conocimiento.

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