
Antigua sede de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales.
Nuestra Facultad: Lucio Mendieta y Núñez
Pablo Cabañas Díaz
Maestro en Antropología Social, UNAM
El jurista y sociólogo Lucio Mendieta y Núñez (1895-1988) estudió el mundo rural y agrícola del México de los años cuarenta a los setenta y también propuso la creación de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales (ENCPyS), donde se impartirían cuatro carreras: ciencias sociales, ciencias políticas, periodismo y ciencias diplomáticas, con su variante en la especialidad consular, las cuales serían cursadas en cuatro años de estudio, dos de preparación común y los restantes en la rama correspondiente.
Mendieta y Núñez trabajó desde 1920 como consejero del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y durante toda su carrera participó en la administración pública, en numerosas iniciativas ligadas a la agricultura y las relaciones con los pueblos indígenas. Fue una figura central en la etapa fundacional de la sociología mexicana; logró la institucionalización de la sociología como una disciplina formalmente independiente del derecho, la antropología y la etnografía. Gracias a la socióloga, Margarita Olvera Serrano, conocemos la vida y las obras de Mendieta; ella precisa que la educación intelectual y política que recibió el jurista, tanto en la Escuela Nacional Preparatoria como en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, hoy Facultad de Derecho, constituyeron elementos con los cuales construiría el primer trabajo sociológico de gran calado que se produjo en México.
Mendieta no sólo apoyó la transformación institucional de la sociología mexicana, por lo cual estuvo involucrado en la investigación y divulgación de las ciencias sociales en el país; también fundó la Revista Mexicana de Sociología (RMS) en 1939 –en una etapa de nuestra sociología doméstica, tan importante y peculiar como la de esos años–, en cuyas páginas, estudiantes y profesionistas, lo mismo de medicina o derecho que de ingeniería, hallaron la valiosa oportunidad de elaborar reflexiones, a partir de la historia, la antropología, la economía y otras áreas del conocimiento, para tratar de hacer inteligible la realidad nacional, como fue el caso de Justo Sierra, Andrés Molina Enríquez, Ricardo García Granados o Porfirio Parra, por mencionar sólo algunos de los más conocidos.
Olvera Serrano menciona que la relevancia de Mendieta y Núñez en la sociología mexicana radica en su contribución para consolidarla como disciplina autónoma, pero también en que abrió espacios legítimos y pertinentes para su desarrollo, además de haber creado un medio de comunicación escrito, la RMS, que partió desde una incipiente labor para la generación de un público lector, hasta convertir estos esfuerzos en un reservorio del conocimiento de la realidad social, que trató de ser “objetivo y útil”.
Analizar el itinerario intelectual de Lucio Mendieta es también comprender el proyecto fundacional de la ENCPyS; en 1949, después de un viaje a Europa, invitado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), le encomendaron la creación de institutos de investigación y de escuelas destinadas a la formación profesional de científicos sociales en nuestro país; participó como delegado de México en la fundación de la Asociación Internacional de Sociología y de la Asociación Internacional de Ciencia Política. Al volver, propuso al entonces rector, Luis Garrido (1898-1973), la creación de una escuela de ciencias políticas y sociales en la UNAM. Ese mismo año, Emilio Óscar Rabasa, secretario de Relaciones Exteriores de 1970 a 1975, había planteado una propuesta similar al rector, e incluso desarrolló un anteproyecto orientado a su puesta en marcha. No obstante, fue Mendieta quien recibió la tarea de redactar la iniciativa, documentarla y diseñar los programas docentes de las carreras que la integrarían: Licenciatura en Ciencias Sociales, Licenciatura en Ciencias Diplomáticas, Licenciatura en Periodismo y Licenciatura en Ciencia Política.
Mendieta elaboró los programas de estudios con sustentos en el derecho, la antropología, la geografía humana, la etnografía y la historia, así como en la enseñanza de idiomas, principalmente inglés y francés, seguidos de italiano y alemán. El énfasis en el aprendizaje de lenguas extranjeras era expresión de la gran importancia que se atribuía a la adquisición de habilidades, que permitieran a los sociólogos mexicanos de ese tiempo, establecer contacto con el patrimonio intelectual de las sociologías norteamericana y francesa, a través de la lectura de sus textos. También lo era por la escasa labor editorial de traducción que llevaba a cabo el Fondo de Cultura Económica, pues las obras existentes en el campo de las ciencias sociales no satisfacían la demanda docente de la nueva escuela.
El grupo de materias que tomaban como objeto de estudio al propio país eran: Historia de México, Sociología de México y Economía de los Grupos Indígenas. Aunque en los documentos que presentó Mendieta se justificaba la pertinencia de la formación profesional de sociólogos para explicar los grandes problemas nacionales, en la práctica docente el estudio de nuestra realidad ocupaba un lugar secundario. La formación de estudiantes, en todas las carreras, implicaba cursar las asignaturas de Antropología Física y Biotipológica, Etnografía y Etnología, así como Derecho del Trabajo, Principios de Sociología Criminal y Derecho Penal, entre otras.
La aprobación de la nueva ENCPyS por el Consejo Universitario no fue fácil; aun cuando Mendieta defendió con pasión su proyecto, se vio envuelto en una dinámica rupturista que le impidió construir acuerdos con los miembros más importantes, algunos de los cuales se oponían a la creación de la futura institución porque la percibían como una competencia por la asignación de presupuestos y plazas laborales de las escuelas que ellos mismos dirigían, hecho que, creían, afectaría su propio prestigio académico. Otros argumentaban que, en plena Guerra Fría, una escuela destinada a las ciencias sociales sería, según su punto de vista, inevitablemente un “centro de propaganda comunista”.
En defensa de su proyecto, Mendieta y Núñez recurrió a la ironía y el sarcasmo, incluso llegó a esgrimir la descalificación de las cualidades profesionales de sus oponentes, lo que irritó a la mayoría. El rector Luis Garrido tuvo que intervenir como moderador para aquietar las disputas; sin embargo, no hubo acuerdo entre los miembros del Consejo y el proyecto original, que incluía la carrera de Ciencias Administrativas, fue excluido; esta fue, también, la razón por la cual las autoridades designaron al abogado Luis Enríquez Coyro, profesor de derecho internacional público en la Facultad de Derecho y miembro del Consejo Universitario, como el primer director de la ENCPyS. Mendieta debió ser el candidato natural para asumir dicha función, ya que él había redactado el proyecto y sus programas, pero no fue así.
El nacimiento de nuestra institución estuvo marcado por las demandas “externas” de una sociedad en reconstrucción, así como por una estrecha cercanía con las instituciones gubernamentales de la época, ávidas de saberes técnicos con los cuales pudiesen fundamentar y legitimar sus tareas políticas y administrativas.