Madero y su mirada sobre la democracia
Por Ana Laura Gabriel Salas

Retablo de la Revolución. Juan O’Gorman/Museo de Historia Nacional
El 22 de febrero de 1913 es una fecha que México no olvida, pues el presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez fueron obligados a renunciar a su cargo político y posteriormente asesinados por orden de Victoriano Huerta, quien más tarde se convertiría en mandatario de México, bajo una llamada dictadura militar.
A más de un siglo de estos sucesos, el Centro de Estudios Políticos (CEP) de la Facultad organizó el conversatorio: 109 aniversario luctuoso de Francisco I. Madero, como una forma de recordar por qué su fallecimiento y sus acciones políticas fueron relevantes para delinear el camino a la democracia en nuestro país. En la sesión participaron Josefina Mac Gregor Gárate y Edgar Urbina Sebastián, historiadores con amplia experiencia, así como el doctor Fernando Ayala Blanco, coordinador del CEP.

Josefina Mac Gregor. Foto: Patricia Valente
Josefina Mac Gregor presentó al maderismo como un movimiento armado en el que se enfrentaron dos posiciones, los que apoyaban al porfirismo y los que coincidían con las ideas liberales de la Revolución Mexicana. Enfatizó que al llegar a la presidencia, Madero tomó varias decisiones erróneas y consolidó una política conciliadora que sus opositores usaron para derrocarlo; por otra parte, esta política resultó para los revolucionarios un obstáculo para la consolidación de su lucha, pues consideraban que el gobierno se debía radicalizar.
Así pues, durante los 14 meses que Madero estuvo en la presidencia, sus principales temas giraron en torno al regreso del respeto de la constitución de 1857 y los principios liberales: democracia, organización de partidos políticos, libre juego partidista, independencia de los poderes y respeto a la soberanía estatal. En este tenor, Mac Gregor afirmó que el prócer pensaba que México estaba apto para la democracia.

Edgar Urbina. Foto: Patricia Valente
Por su parte, el doctor Edgar Urbina reseñó las acciones que efectuaron los dos grupos opositores de Madero; por una parte, los sublevados militares, y en contraparte, los militares activos, desde donde Huerta logró alcanzar sus objetivos, haciéndose de poder y eliminando a los partidarios del gobierno.
En su intervención, Fernando Ayala hizo referencia a la caricatura política como un instrumento de ataque y de un gran impacto en el espectador, quien, aun cuando no supiera leer, identificaba las referencias gráficas que solían ridiculizar y deformar algo o a alguien.
Agregó que el maderismo representó uno de los primeros vistazos hacia la democracia; no obstante, a 109 años del fallecimiento de su líder, nos seguimos cuestionando: ¿es posible la democracia en México?