UNA MIRADA EXTRAMUROS

Orientación profesional y mercado laboral: jóvenes y empleabilidad*
Susana Chávez Jaramillo
Maestra en Informática Administrativa: Desarrollo estratégico organizacional, por la Facultad de Contaduría y Administración, UNAM
La empleabilidad puede definirse como la competencia que posee una persona para diseñar su carrera profesional, acceder al mercado de trabajo y gestionar su propio desarrollo laboral con acierto y satisfacción.
Existen diversos puntos clave para incidir en una empleabilidad positiva, entre los cuales destacan: la autoconfianza y autoconocimiento, pues es importante conocer las fortalezas y debilidades propias para aprovecharlas a nivel profesional. La comunicación del aspirante es fundamental para expresar de manera clara cuáles son sus intereses profesionales y defender sus fortalezas como profesionista.
La toma de decisiones es necesaria para enfrentar obstáculos habituales y que éstos no paralicen a los alumnos próximos a entrar al mundo laboral. El aprendizaje continuo es importante para perfeccionar las competencias, tanto profesionales como técnicas, así como adquirir conocimientos sobre nuevas tecnologías y herramientas que fortalezcan la competitividad.
La flexibilidad de un candidato a un trabajo es otro punto relevante, ya que permite tener la capacidad de adaptarse a los cambios y a los nuevos perfiles que buscan las empresas e instituciones. También son vitales las redes de cooperación, mismas que se pueden sumar a redes virtuales o presenciales, ya que se puede coincidir con personas que se encuentran en la búsqueda de empleo y ayudarse mutuamente.
Con respecto a la búsqueda de alguna oportunidad, es necesario conocer las ofertas laborales del mercado, a fin de hacer valer las habilidades de las y los jóvenes universitarios en busca de empleo, y de acuerdo con sus capacidades, es pertinente enfocarse en el área en que se desarrollan, con objeto de encontrar el lugar correcto, donde su potencial los lleve a alcanzar un crecimiento personal y profesional.
Otras premisas válidas son promover la competitividad y consolidar una cultura de calidad, pues en el mercado laboral existe una gran cantidad de demanda de empleo que no es equitativa ante la oferta; es decir, muchos compiten por el mismo puesto y es ahí donde los conocimientos obtenidos en las instituciones universitarias se deben complementar con un aprendizaje autodidacta. Sobre el tema, la maestra Susana Chávez Jaramillo (2021) explicó:
“La inteligencia emocional es un proceso en el que se encuentran implicados tanto el reconocimiento, como el uso la comprensión de los estados emocionales de uno mismo y de los demás. Esto nos sirve para resolver problemas y regular nuestra propia conducta, así como los sentimientos y emociones propias y de los otros.
Es un aspecto importante en nuestro alumnado, por lo que no sólo hay que considerar el contexto académico y escolar, sino también el terreno personal, profesional, y por supuesto, aquellos procesos relacionados con la búsqueda de empleo y la inserción laboral; sobre todo, observando que actualmente nos enfrentamos a un entorno plagado de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad.
De manera muy general, en la inteligencia emocional podemos encontrar cuatro habilidades principales. La primera, aprender a percibir y expresar nuestras emociones de forma precisa y asertiva. La segunda, ya que aprendimos a nombrarlas, debemos usarlas en la propia regulación de nuestros pensamientos; la tercera, necesitamos dejar de pelear con estas emociones, o sea, comprender por qué y para qué están presentes; y la última es regular las mismas.
Es importante comprender que todos hemos crecido con ciertos paradigmas en torno a las emociones, porque de manera tradicional nos enseñaron que éstas tienen un toque positivo y otro negativo; todas ellas son importantes y diferentes, y sin duda traen consigo una enseñanza o aprendizaje, así que dejemos que fluyan de manera responsable y asertiva.
Por otro lado, para hablar de la cultura de liderazgo hay que recordar que nuestra sociedad se encuentra en evolución; las personas encargadas de reclutar y seleccionar ya no están hoy en día interesadas en los antiguos jefes, estos individuos que imponían su punto de vista y forma de trabajo, que no escuchaban a quienes trabajaban con ellos o incluso ni siquiera los miraban como personas.
En la actualidad, uno de los estilos de liderazgo que ha cobrado relevancia es el transformacional, cuyas principales aristas son la capacidad para inspirar a los demás en el logro de objetivos. Ahora las empresas e instituciones están buscando a alguien con una visión mucho más humana, que sirva como guía o mentor para que otros seres logren lo que se planteen. Se está retomando, pues, una visión más humanista, que considera a las personas con sentimientos y emociones, y no sólo como robots o incapaces de pensar.
En los ambientes escolares pocas veces se nos enseña a ser líderes o a desarrollar esta inteligencia emocional, pero atención, porque la empleabilidad es una responsabilidad individual. Por supuesto que ésta se encuentra inmersa en un contexto que no podemos controlar, como las crisis económicas, las contracciones en el mercado de trabajo o la pandemia que enfrentamos; sin embargo, sí podemos manejar los aspectos de nuestra propia persona, por lo tanto, la empleabilidad individual depende de nosotros.
Existen algunas recomendaciones que nos ayudarán no sólo a desarrollar habilidades de liderazgo, sino también un montón de competencias que nos serán útiles cuando queramos ingresar al mercado laboral.
La primera es seleccionar una carrera profesional basada en un proceso de autoconocimiento y reflexión profunda, de acuerdo con nuestros propios intereses. Otra es ser conscientes de que el mundo está en constante cambio, por lo cual, en el futuro cercano, hablar idiomas o manejar la tecnología serán indispensables. Cuestiones sobresalientes también lo son aprender a definir un plan de vida y carrera, establecer metas en el corto, mediano y largo plazo, y esforzarnos en cumplirlas.
Asimismo, debemos aprovechar todos los beneficios que otorga la Universidad mientras estamos estudiando: idiomas, cultura, becas, experiencia, servicios, las prácticas, etcétera. La quinta es informarnos sobre las oportunidades de intercambios académicos, ya sea a nivel nacional o internacional (requisitos, duración, procesos de selección y fechas).
Es bueno alinear nuestra formación profesional con nuestros intereses laborales; seleccionemos adecuadamente un área terminal de la carrera y una modalidad de titulación, para así proyectar nuestros conocimientos y habilidades. No hay que ver al servicio social como un requisito obligatorio, sino como una oportunidad para generar experiencia profesional. Los programas de voluntariado también han cobrado relevancia durante los últimos años, y nos ayudarán a desarrollar habilidades. De igual modo, el trabajo dentro de la Facultad permitirá nutrir nuestro CV, ya sea colaborando en un laboratorio con algún profesor o participando en un proyecto o una investigación académica.
Un plan de vida y carrera se refiere a la actitud, el arte y la disciplina de conocernos a nosotros mismos, es decir, necesitamos aprender a identificar fortalezas propias, áreas de oportunidad y la capacidad de proyectar nuestro propio camino en el futuro, tomando en cuenta las capacidades, motivaciones, competencias, y los objetivos que nos hemos planteado en diferentes esferas de la vida, por ejemplo, en la parte personal, familiar, social, académica, laboral y profesional.
Contar con estos planes es fundamental para transitar de las aulas al mundo del trabajo, porque uno de los principales errores que cometemos es salir al mercado laboral sin conocernos, sin saber qué queremos hacer con nuestra vida profesional, a dónde deseamos dirigirnos, lo cual nos lleva a aceptar la primera oportunidad o cualquier empleo. Esto último puede derivar en insatisfacción, y si no nos detenemos a reflexionar sobre estas decisiones, es altamente probable que las sigamos repitiendo por mucho tiempo.
Para finalizar, me gustaría compartir otras consideraciones generales que pueden ayudar. Primero, la búsqueda de empleo es un proceso de venta profesional, donde nosotros somos los principales protagonistas. Segundo, consideremos que el autoconocimiento es fundamental; en un proceso de selección nos van a pedir hablar de nosotros mismos: conozcámonos.
Cada organización tiene necesidades diferentes, por eso requerimos generar una estrategia diferencial para cada posición y oportunidad que nos interese. El cuarto es no olvidar compartir con el reclutador información relevante y precisa, tanto en el currículum como en la entrevista. El quinto es tener presente que el CV es un documento dinámico, por lo cual debemos organizarlo para cada empleo al que postulemos. El sexto es estudiar la vacante que nos interesa, para personalizar nuestra estrategia de búsqueda.
Cada organización tiene necesidades diferentes, por eso requerimos generar una estrategia diferencial para cada posición y oportunidad que nos interese. El cuarto es no olvidar compartir con el reclutador información relevante y precisa, tanto en el currículum como en la entrevista. El quinto es tener presente que el CV es un documento dinámico, por lo cual debemos organizarlo para cada empleo al que postulemos. El sexto es estudiar la vacante que nos interesa, para personalizar nuestra estrategia de búsqueda.
*Fuente del texto: Episodio 19 del Podcast de la FCPyS, Construyendo
el Debate, del 8 de septiembre de 2021.