La peor vacuna es la que no se usa

Fotografía tomada de Internet.
Durante el periodo de Guerra Fría, la Unión Soviética y Estados Unidos cerraron filas para combatir la pandemia de viruela que azotaba al mundo; sus estrategias en materia de salud y la producción de una vacuna en conjunto permitieron la erradicación de este virus; sin embargo, en la actualidad este escenario se ve lejano, ya que los líderes mundiales tendrían que aportar, distribuir y coadyuvar a la vacunación mundial contra el virus SARS-CoV-2.
Así lo destacó la doctora Cristina Rosas González, académica de la Facultad, al participar en la conferencia, La geopolítica de las vacunas contra la Covid-19. Implicaciones políticas, sociales y éticas.
La Covid-19 ha afectado duramente a Estados Unidos, siendo el país con mayor número de contagios; mientras que Rusia se encuentra en cuarto lugar y China en el número 84. Este panorama ejemplifica la gravedad de la crisis sanitaria en un mundo fragmentado y sin liderazgos, comentó la interlocutora.
Antaño, explicó, México fue un país que llegó a producir un gran número de vacunas para su población y el extranjero; empero, la falta de apoyo a la industria nos llevó a la situación actual: una nación dependiente de la producción extranjera.
Aunado a lo anterior, es importante poner atención y frenar al movimiento antivacunas, pues pone en riesgo la salud y en duda el avance científico, ya que cuestiona la efectividad de las mismas, y “la peor vacuna es la que no se usa”, subrayó.
En su intervención, la doctora Guillermina Baena Paz, docente del plantel, reiteró que la crisis sanitaria mundial ha sido una lucha de sobrevivencia que se convirtió en una contienda geopolítica, pues los países poderosos son quienes están acaparando las vacunas, provocando una desigualdad global más pronunciada.
En la charla también participaron los doctores David J. Sarquís, de la Universidad del Mar, en Oaxaca, y Francisco Iracheta Fernández, de la UIA de Puebla.