CULTURA CON POLAKAS

La música no es el fin, es un medio…
Por Patricia Valente
La música forma parte de la vida diaria. Sin importar el género melódico por el que se tenga preferencia, existe una conexión entre los ritmos que nos acompañan y lo que sucede a nivel psicológico, neurológico y social cuando los escuchamos o emitimos. Esta relación ha sido estudiada desde hace algunos años por especialistas en música y salud, que han descubierto los beneficios de su intervención a nivel clínico.
“Hacer música con otros es una de las actividades que nos caracteriza, y que forma parte de nuestro desarrollo”, indicó en entrevista para Gaceta Políticas, Daniel Torres, musicoterapeuta egresado de la Facultad de Medicina de Buenos Aires y coordinador del diplomado de Musicoterapia en la Facultad de Música de la UNAM.
Interesado por la relación entre la música y la medicina, Daniel salió de México para estudiar Musicoterapia, definida como una manera de repensar la escena musical desde un vínculo que acompaña procesos de salud, rehabilitación y bienestar, a través de una experiencia dinámica de cambio.
“La música no es el fin, es un medio para cubrir objetivos cognitivos, motores de lenguaje, emocionales y neurológicos”, refirió Daniel, y precisó que esta terapia puede formar parte de un tratamiento integral para distintas poblaciones como aquellas con Trastornos del Espectro Autista, Alzheimer, demencia senil, depresión y estrés. Sin embargo, su enfoque no se limita a la rehabilitación; también tiene aplicaciones con resultados positivos para cuidados paliativos y/o prevención en distintos aspectos de la comunicación humana y procesos de aprendizaje e integración social con poblaciones vulneradas que atraviesan algún tipo de trauma, como lo son los grupos migrantes.
¿Cómo se trabaja en musicoterapia?
Las prácticas sonoras interfieren en los recuerdos, pensamientos y emociones; la musicoterapia busca generar experiencias que impacten de manera positiva en la persona, permitiéndole así conectar con sus emociones y recuerdos, mejorando sus condiciones de salud, ánimo y bienestar general durante el proceso musical, todo ello con base en un enfoque interdisciplinario.
Para esto existen cinco modelos de aplicación avalados por la Federación Mundial de Musicoterapia: Modelo NordoffNordoff– Robbins o musicoterapia creativa, enfocada a la población infantil, desarrollado por Paul Nordoff y Clive Robbins en 1959; Modelo Juliette Alvin, de improvisación; Modelo GIM, de imaginería guiada, desarrollado por Helen Bonny en 1975; Modelo de Musicoterapia Neurológica para pacientes con disfunciones cognitivas, motoras o de lenguaje; y el Modelo de Musicoterapia Analítica, instrumentado por Mary Priestley a principios de los años setenta. Cada uno tiene distintas características, que también pueden ser adecuadas a las necesidades del país en que se practican.
La musicoterapia en México
Si bien la carrera existe en países como Chile, Argentina, Alemania y Estados Unidos, en México, gracias al trabajo que profesionales como Daniel Torres han hecho en los últimos años, existen diplomados y talleres de revisión histórica impartidos en la Facultad de Música de la UNAM, el Centro de Investigación y Estudios de la Música (CIEM) y el Centro Mexicano de Musicoterapeutas, los cuales buscan integrar los modelos de musicoterapia a los ámbitos profesionales.
Asimismo, la búsqueda por crear nuevos espacios de estudio e investigación ha resaltado la necesidad de diseñar ambientes especializados en las aplicaciones neurológicas, educativas y de rehabilitación, que se espera en un futuro cercano puedan brindarse en espacios como la UNAM y el CIEM.