Inteligencia artificial: ¿capitalismo de vigilancia?
Por Luisa Díaz González Castelazo

Foto: Rawpixel
La Inteligencia Artificial (AI) es una tecnología capaz de escribir, hablar, crear imágenes y encontrar soluciones a problemas, de una forma que hace unos años sólo el ser humano podía hacerlo. Es un mundo que presenta enormes desafíos y posibilidades, y lo que hoy es más conocido –como la aplicación Chat GPT– es apenas la punta del iceberg de todo lo que puede hacer.
«La AI está transformando radicalmente el mundo y nuestra vida», afirmó el doctor Edgar Tafoya, coordinador del Centro de Estudios Sociológicos (CES), en la charla Conversando sobre Inteligencia Artificial desde las Ciencias Sociales, donde se discutieron sus usos, límites, miedos y expectativas sobre los cambios que puede provocar en el mundo y las dinámicas sociales.
La plática arrancó con una introducción acerca de la propia AI, elaborada a través de un programa que genera videos y audios, la cual se transmitió en la sala Fernando Benítez y con la que los asistentes pudieron apreciar las posibilidades de sus recursos.

Gabriela Sued y Janneth Trejo. Foto: Daniela Reséndiz
En su turno, Gabriela Sued, doctora en Estudios Humanísticos, señaló que la AI es una tecnología disruptiva actual y por ello se esperan grandes cambios en la estructura de relaciones sociales, como el trabajo. También explicó que la IA se desenvuelve en cuatro planos: como herramienta (en innumerables aplicaciones); como modo de producción; como dispositivo, en términos de Foucault, es decir, como algo que estructura a la sociedad; y como mitología.
En cada uno de estos planos la IA, en relación con la sociedad, plantea preguntas distintas y muy variadas; por ejemplo: ¿cómo funciona?, ¿qué efectos sociales conlleva?, y la interrogante que actualmente está en el debate político, relativa a su gobernanza: ¿hay que regular o no?
Janneth Trejo, doctora en Ciencias Sociales de El Colegio de México, quién habló sobre cómo se puede enseñar a la juventud a utilizar la AI de forma crítica, destacó que «el camino no es su prohibición, sino aprender un uso adecuado». Al respecto, consideró cinco ejes básicos: primero, comprender sus conceptos fundamentales; segundo, analizar casos de uso, como los procesos de toma de decisiones algorítmicas; tercero, evaluar sus sesgos; cuarto, explorar sus impactos sociales y éticos, como las afectaciones a la privacidad, seguridad, empleo, etcétera; y por último, aprender a elaborar preguntas críticas y analizar las respuestas.

Antony Flores, Janneth Trejo y Gabriela Sued. Foto: Daniela Reséndiz
En cuanto al papel de los educadores en la alfabetización mediática, subrayó que esto no debe quedar en un segundo plano: «No debemos tenerle miedo ni a ésta ni a ninguna otra tecnología; es clave actualizarse y usar nuestra creatividad».
Al referirse al papel de la AI ante el fenómeno de la desinformación, el doctor en Ciencia Social del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Antony Flores, comentó que los sesgos están presentes y hay que visibilizarlos para evitar usos nocivos de la tecnología, como el hecho de que se sigan reproduciendo el racismo y la discriminación por razones de género, problemas que son estructurales y se trasladan al ámbito tecnológico.

Arturo Rodríguez y Edgar Tafoya. Foto: Daniela Reséndiz
En su momento, el maestro Arturo Rodríguez, adscrito al CES, cuestionó a sus alumnos respecto a quién utiliza el Chat GPT, a lo que la mayoría respondió afirmativamente; después preguntó quién había leído las condiciones de uso y casi todos confesaron no haberlo hecho.
Con esta dinámica el docente introdujo el tema de la privacidad, sobre el cual alertó que el uso de esta tecnología presenta riesgos y puede fomentar la agudización del capitalismo de vigilancia, en el que la información de las personas se utiliza con fines mercantilistas. En este tenor, resaltó la importancia de regular la IA, ante el ejemplo de lo que ha sucedido con otras innovaciones, pues «Internet y las redes sociales se han institucionalizado en lo público y lo privado».