
Ernesto Enríquez Coyro (1951-1953)
Pablo Cabañas Días
Maestro en Comunicación, UNAM
Han transcurrido 71 años desde que la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) inició como Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales. Sus primeras actividades docentes tuvieron lugar el 9 de julio de 1951. La ceremonia de apertura de cursos fue el día 25 del mismo mes y año. Asistieron a ese evento, entre otras personalidades, el entonces rector, Luis Garrido; Samuel Ramos, director de la Facultad de Filosofía y Letras; José Ángel Ceniceros, quien meses después sería designado secretario de Educación Pública; el director de la naciente escuela, Ernesto Enríquez Coyro, y el secretario de ésta, Jesús Rodríguez y Rodríguez, así como profesores y estudiantes.
De esa ceremonia fue marginado Lucio Mendieta y Núñez, quien había estructurado los planes de estudio y la relación de la futura institución académica con otras instancias universitarias. Enríquez Coyro tenía el encargo del rector Garrido de poner en marcha los planes de estudio, pero no había estado en los trabajos preparatorios, y no tenía los conocimientos para poder realizar ese proyecto. Aducía ser abogado de la Escuela Libre de Derecho de la Ciudad de México, pero en realidad venía de una institución con nombre similar, pero del estado de Puebla. No había tenido contactos previos con la diplomacia, sino que había trabajado en la Secretaría de Relaciones Exteriores en cargos menores y en la Escuela de Música de la UNAM. Cuando se le pidió explicar por qué se le había elegido para el cargo daba dos argumentos: los años que había pasado representando a la Escuela de Música en el Consejo Universitario y su experiencia docente en los cursos de verano para extranjeros…
Si bien no conocía el plan de estudios, desde el principio se dedicó a modificarlo por su animadversión contra Mendieta y Núñez. Enríquez Coyro había sido parte del grupo de Vicente Lombardo Toledano, que demandaba en los años treinta una “educación orientada hacia los problemas sociales mexicanos”. Fuera de esa consigna y de su relación con este personaje, no tenía la experiencia, menos los conocimientos para liderar un proyecto como el que se iniciaba.
Una faceta poco conocida fue su formación profesional en el campo de la música. La revolución hizo perder a su padre su fortuna, pero su familia tuvo acceso a los negocios con el petróleo, y de nuevo tuvo éxito económico. Enríquez Coyro se pudo dedicar a la música. Daba clases de Historia de la música y de Estética musical en el Conservatorio Nacional de Música. En 1930 se incorporó a la Universidad como profesor de Historia de la música, y en la Escuela Nacional de Música, al año siguiente, fundó la cátedra de Estética musical.
Cuando dimitió, en su breve paso como primer director, dejó dos cosas: el haber rentado una casa en la colonia San Rafael, y un ciclo de conferencias sobre la “realidad nacional”. En 1984, en una entrevista con Sergio Colmenero y Aurora Tovar, publicada en el número 115-6 de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, aclaró que su renuncia a su cargo de director se debió a que: “tres ministros solicitaron mi colaboración; tres personas querían que yo fuese subsecretario. La cuestión fue resuelta de la mejor manera posible con mi designación como subdirector general administrativo y técnico del Instituto Mexicano del Seguro Social, como asesor de la Secretaría de Educación Pública para presidir la Comisión de Presupuestos, y como asesor directo del arquitecto Carlos Lazo, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas. En esa situación y por falta absoluta de tiempo, tuve que renunciar, no sin nostalgia, por no haber podido realizar lo que deseaba en bien de la Escuela”. De su paso como director expresó: “he de agradecer a la ahora Facultad de Ciencias Políticas dos momentos muy emocionantes con los que me ha honrado: primero, el examen profesional de mi hijo Ricardo, acto en el que tuve la oportunidad de entregarle, por invitación de sus sinodales, el acta y los documentos que lo acreditaban como licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública. La segunda satisfacción fue la edición de mi obra, Tratado entre México y Estados Unidos de América sobre ríos internacionales.
Enríquez Coyro tenía la idea de que la política era “praxis”, y que los libros pueden enseñar ciertos fundamentos, pero la política estaba en las relaciones humanas. La nueva Escuela Nacional de Ciencias Políticas, de acuerdo con su concepción, debería ser un espacio para la “praxis”. Se buscaba formar a los futuros funcionarios de la administración pública. Los alumnos no serían formados como politólogos; por eso, se mantuvo la separación entre la enseñanza en la nueva escuela y la investigación en el Instituto de Investigaciones Sociales.