Emociones y responsabilidades del diplomático
Por Tania Lucero Jiménez Cárdenas

Embajador Francisco José Cruz, autor del libro. Foto: Darren García.
“La diplomacia es una profesión que te da un bagaje de emociones, te permite describir países, conocer a otras personas, costumbres, relatos y sitios inusitados, y tu condición de extranjero te genera nostalgia por la patria. Aún más, una de las características de los diplomáticos es que tienen que saber escribir, sostuvo Francisco José Cruz, embajador en retiro y autor de La república de Pericrania, en el que se enriquece el conocimiento sobre el quehacer diplomático, las relaciones internacionales y la literatura.
En su charla, el ponente explicó que su incursión en la literatura ha sido tardía, aunque su pasión fue temprana. Sucumbió a presiones sociales «que veían a los escritores como muertos de hambre y frívolos»; por ello, no hubo más remedio que estudiar una carrera tradicional, por lo que se recibió en la licenciatura en Derecho y fue a partir de ahí que saltó al mundo de la cancillería.
Un signo y orgullo de la diplomacia mexicana es que sus miembros, que son escritores, promueven y defienden a México, además de que buscan dar una buena imagen del país en el exterior. Con esta premisa, indicó el expositor, nació esta novela, que es una ocurrencia que parte de la realidad. El nombre de Pericrania se debe a que tuvo un compañero, hijo de las familias más ricas de aquellos tiempos, quien era marxista y hablaba de ser poseedor de una isla con dicho nombre.
En su momento, Isabel Salazar, académica de la FCPyS, comentó que al leer la novela se percató de que los personajes están vivos, por lo que la lectura se debe hacer a partir de este hecho. “El título me parece fascinante; evoca la idea de una democracia. Muestra que un diplomático defiende ciertas ideologías emanadas de la república a la que representa, y también tiene sus riesgos, como tener que renunciar a causa de un disgusto con una forma de gobierno”, puntualizó.

La profesora Marlen Alcántara participó en la presentación de la novela. Foto: Darren García.
Por otro lado, añadió, el texto lleva a un punto interesante y es el del diplomático visto desde el exilio, donde la identidad se va transformando y nutriendo al estar en un contexto diferente al nacional, lo cual es una señal de que para representar a un pueblo, se debe estar en contacto con la cultura: acudir al cine, al museo, al teatro.
Finalmente, Marlen Alcántara, docente en la Universidad Iberoamericana, señaló que siempre pensó que esta novela reflejaba una vivencia, pues muestra la existencia de un embajador que está lejos de la patria, y el papel de un diplomático, que reside en querer hacer algo por su país.