El reto titánico para salvar a la democracia: fin a la corrupción e impunidad

Lorenzo Córdova, Jacqueline Peschard y Jean François. Fotografía: Katia Muciño| Gaceta Políticas
La participación del pueblo mexicano es insuficiente. Los ciudadanos ya no confían en las instituciones que deberían protegerlos; es necesario que éstas se innoven para que la gente vuelva a poner su esperanza en el gobierno, el cual les ha dado la espalda. Por ello es un desafío para el gobierno volver a poner en alto el nombre de la democracia, pues la relación de la población y la democracia está en crisis.
En el auditorio Pablo González Casanova se presentó el primer foro: La UNAM y los desafíos de la nación. Fue presidido por la doctora en ciencias sociales Jacqueline Peschard, el presidente del Instituto Nacional Electoral Lorenzo Córdova y el doctor en ciencias políticas Jean François Prud’homme.
El doctor Jean recalcó que existe una limitada participación ciudadana en las instituciones políticas y se piensa que las elecciones son la única manera en la cual la población se puede manifestar. La calidad de la vida democrática tiene que mejorar, pues ésta a a su vez favorecerá la de los pobladores, y también se necesita crear las condiciones para fomentar la participación. Un notorio problema es que se oculta la información; la transparencia es un requisito si se quiere la transformación. Pero además se requiere ¿un verdadero acto heroico?: convertir la crítica y la participación en actos cotidianos.
Lorenzo Córdova hizo hincapié en que sin elecciones no puede existir la democracia. Uno de los grandes problemas que padece la política mexicana es la falta de rendición de cuentas; el Estado carece de una buena cultura cívica y de seguridad; además, la pobreza acrecienta la desigualdad, dando como resultado un desencanto por la democracia.
Peschard, catedrática de la UNAM, enfatizó que nuestra democracia es insipiente porque somos incapaces de hacerle frente a la corrupción, la cual es cobijada por la impunidad y el propio sistema lo permite. ¿Nuestro reto? Disolver la inercia de las viejas instituciones anticorrupción, crear nuevas y lograr activar a la ciudadanía.
Es urgente reconstruir el tejido social y fomentar valores democráticos, porque lamentablemente en México aún no echan raíz. «No podemos seguir normalizando los problemas, aumentemos las indignación, combatamos la corrupción y con ésta a la impunidad. La acción será lo único que nos salve de esta indiferencia e inmovilidad», subrayó.