El Islam Secuestrado

Rafael RoblesGil Cozzi, licenciado en Ciencia Política, analiza la situación terrorista en el Islam. Liustración: Adriana Godoy y Daniel Villa
“Recitarán el Corán pero no pasará de sus gargantas” (Muhammad)
Los espectaculares acontecimientos de Nueva York que hace tres lustros conmocionaron al mundo fueron el lanzamiento de la intensa campaña que desde varias instancias y niveles se ha emprendido en contra de los musulmanes y del Islam. La peligrosa tríada conformada por grupos extremistas, intereses occidentales de dominación y medios de comunicación obsesionados por el control masivo de la percepción, ha contribuido al crecimiento de la “Islamofobia”. Este fenómeno está invocando a los más oscuros fantasmas de discriminación sistemática y despertando sofisticadas formas de racismo y xenofobia que creíamos en extinción.
«La realidad destroza al estereotipo» La realidad destroza al estereotipo, el Islam aloja una diversidad amplísima de etnias, culturas, posiciones políticas y corrientes de pensamiento. Por un lado existen organizaciones musulmanas progresistas que impulsan modelos democráticos y por otro encontramos a una pequeña minoría de grupos islamistas radicales que reivindican identidades excluyentes. En el amplio centro de esa gama somos testigos de una oleada de musulmanes ‘moderados’ que hoy constituyen la gran mayoría de los creyentes y que son también el recipiente de la mayor parte de las conversiones a alguna religión en nuestros días. Ahora bien, si queremos hablar de la organización terrorista autodenominada “Estado Islámico”, entonces ninguna de las categorías mencionadas se le puede atribuir.
El Islam es una religión eminentemente normativa; la especulación teológica tiene menos espacio en relación a otras religiones. El aparato legal, la jurisprudencia y el código moral son los que definen y distinguen a los individuos y a las sociedades musulmanas. La emisión de ordenamientos u opiniones legales (fatwas) así como la interpretación de la ley y las fuentes sagradas deben seguir procedimientos establecidos. A pesar de la pluralidad legal que existe en el Islam, todo ejercicio de jurisprudencia está enmarcado en alguna de las cuatro escuelas legales aceptadas (Hanbali, Hanafi, Maliki y Shafi’i). De igual modo, la interpretación y aplicación del Corán y de los dichos y hechos atribuidos al profeta Muhammad (hádices) requieren de conocimiento contextual tanto histórico como contemporáneo así como de habilidades de cotejo intertextual y un manejo magistral de la lengua árabe.
La organización terrorista “Estado Islámico” (E.I.) en su origen y en su continuo proceder construye un discurso de aparente legitimación en el que selectiva y arbitrariamente recorta pedazos de versos coránicos y retaza frases de los hádices resultando un collage que revela el grado de ignorancia e incompetencia de sus líderes. Más aún, se adjudican el derecho a emitir fatwas para imponer su autoridad siendo que ninguno de ellos es reconocido como erudito del Islam ni cuenta con las credenciales correspondientes. El propio Corán (15:91) amonesta severamente a quienes incurren en esas prácticas.
«El peligro de su takfirismo es que se convierte en la justificación para el deliberado derramamiento de sangre de otros musulmanes» La ideología del E.I. encuentra su inspiración en una distorsión del wahabismo saudí —-que promueve un puritanismo extremo y anacrónico—- y se centra en la constante práctica del takfir, esto es, declarar “anatemas” y “no musulmanes” a todos aquellos creyentes que no se adhieren a su versión falseada y secuestrada del Islam. El peligro de su takfirismo es que se convierte en la justificación para el deliberado derramamiento de sangre de otros musulmanes. El Corán (4:93) es categórico al condenar el asesinato de otros creyentes.
Las víctimas directas, desplazados, violadas, mutilados, torturados, quemados, muertos, son, en amplísima mayoría, musulmanes. Si bien para el E.I. el occidente es el enemigo, su meta es primero “depurar” a la comunidad musulmana para hacerla “genuina”, aun si ello implica un fratricidio masivo. La revelación y la ley divina (shari’a) se oponen explícitamente a prácticamente todas las acciones que realiza el E.I. El Corán (5:32) establece que el asesinato de gente inocente es un pecado abominable que equivale a matar a toda la humanidad.
El respeto, cuidado y honra al cuerpo humano son esenciales en el Islam. Las vejaciones perpetradas a quienes no se someten al mando del E.I. son todas abominaciones desde el punto de vista islámico. Los miembros de esta organización aseguran que es parte de una lucha válida en la religión (yihad). No pudieron haber elegido peor argumento; incluso en la yihad existen reglas y códigos de honor que el E.I. ignora o viola deliberadamente. Son dos los tipos de yihad: la mayor y la menor. La primera (yihad al-nafs) es la más importante y se debe librar todos los días, es la lucha contra el ego contra uno mismo y se realiza mediante la remembranza constante de Dios. La segunda es la lucha defensiva, cuando se está siendo atacado o hay evidente injusticia, entonces es permitido luchar (22:39-40). En la yihad queda explícitamente prohibido matar a quien no esté batallando, matar prisioneros, torturar, mutilar cuerpos, destruir casas, dañar cultivos (y desde luego, ¿está prohibido iniciarla?), pues sólo opera de manera defensiva (2:190). Los crímenes del E.I. son todo menos yihad.
«[…]Los terroristas del E.I. son ciegos de la historia.» El primer estado islámico fue el que fundó en Medina el profeta Muhammad en 623 d.C. Se considera el momento ejemplar de la comunidad musulmana, mismo que proveyó una de las primeras constituciones pluralistas de la historia. La Constitución de Medina fue redactada por Muhammad y en ella se garantizaron derechos y seguridad para las minorías no musulmanas (judíos, cristianos y paganos). De sus 52 artículos, 27 se refieren a la convivencia y relaciones entre musulmanes y practicantes de otras religiones. El Corán (2:256) (18:29) insiste en que “no hay coacción en la religión” y en que sólo por convicción uno puede aceptar el Islam. Durante siglos de expansión del imperio musulmán, numerosas poblaciones no musulmanas permanecieron en su fe, y nunca la espada fue la puerta del Islam. La shari’a llama a proteger y respetar sinagogas, iglesias y templos donde se menciona el nombre de Dios. Todo indica que los terroristas del E.I. son ciegos de la historia.
La autoproclamación del “califato” representa la mayor afrenta contra la comunidad islámica global (umma). El último califato fue abolido por Turquía en 1924. Un nuevo e hipotético califato requeriría del amplio consenso de todos los musulmanes del mundo. Anunciar un califato cuando solo se domina por fuerza a unos cuantos millones es sedición y significa declarar infieles al resto de los musulmanes (más del 99%), así como destruir cualquier noción de representación de la unidad musulmana. A un líder de ese fenómeno no puede llamársele <<califa>>.
Y ese fenómeno no es nuevo; ya en los tiempos de Muhammad surgió una secta sediciosa dedicada a denunciar y matar musulmanes bajo alegato de apostasía. Los jariyíes tuvieron apariciones intermitentes en la historia. Muhammad los catalogó como “lo peor de la creación” y como “perros del infierno” y advirtió que en los tiempos finales grupos así emergerían pero que su fe no pasaría de sus gargantas y hablarían sobre el Corán sin tener nada que ver con él.
El E.I. es hoy el mayor proveedor de insumos para los enemigos del Islam, y al mismo tiempo, al secuestrarlo en un sistema complejo de falacias, se ha convertido en su principal enemigo. Numerosos eruditos del Islam, desde Nigeria hasta Malaysia, se han reunido en los últimos meses para expresar el carácter anti-islámico del grupo terrorista E.I. y han declarado en consenso que combatirlos es una obligación colectiva (fard al-kifaya) por el bien del Islam. En su famosa carta abierta (19.9.2014) dirigida a Abu Bakr Al-Bagdadi, lo llaman a la reflexión, mostrando con pruebas su honda desviación de la religión y confiando en su arrepentimiento.
Voces pacifistas dentro del Islam, como el movimiento Nur en Turquía, apelan a las nuevas condiciones planetarias de coexistencia e invitan a una forma diferente de emprender la lucha por el Islam, una yihad de la virtud y del ejemplo, que exalte el conocimiento y la educación y en la que los musulmanes sean un vivo reflejo de las enseñanzas de la revelación. Quizá sea una forma viable de romper con este secuestro.
P. Rafael RoblesGil Cozzi
Licenciado en CIencia Política y Administración Pública po la UNAM. Realiza su Maestría en Pensamiento y Sociedades Islámicas Contemporáneas en la Universidad Hamad Bin Khalifa de Qatar. COlaborador del proyecto PAPIIT IA-302316 Nuevos retos y realineamientos geopolíticos en el Medio Oriente.