Del progreso industrial al arte común

María Auxiliadora Sánchez Fernández

Maestra en Docencia con especialidad en diseño Curricular, UPN

Después del exceso de banalidad y ornamentación que complació a la aristocracia en los siglos XVII y principios del XVIII, caracterizado por un énfasis en el poder y una visión antropocéntrica del mundo moderno, así como el lujo expresado a través del barroco y el rococó, la sociedad experimentó un cambio en intereses, valores e inquietudes. Esto tenía como objetivo recuperar la cultura de la antigüedad clásica, basada en Grecia y el imperio romano, como símbolos de perfección y serenidad en el arte.

 

El punto de inflexión fue el descubrimiento de las ruinas de Pompeya, que despertó un interés en explorar el pasado. Esto dio lugar al nacimiento de la arqueología como campo de estudio y a un mayor enfoque en la historia del arte. Paralelamente, surgieron academias, investigación científica y avances que llevaron al surgimiento del estilo Neoclásico.

 

El arte Neoclásico fue una reacción al pensamiento ilustrado que estableció reglas para la pintura, como la «jerarquía de los géneros,» y buscaba representar valores con un propósito moralizante. En la escultura se intentaba representar la belleza ideal, con Johann Joachim Winckelmann, como su principal exponente. El tema más recurrente era la figura humana y, especialmente, el desnudo como símbolo de perfección anatómica.

 

En cuanto a la arquitectura, se recuperaron modelos de proporción y armonía, con columnas dóricas y jónicas, así como simetría en los espacios.

 

Sin embargo, el arte no permanece estático y, como reflejo de cambios culturales y de pensamiento, evolucionó desde el formalismo académico hacia una expresión más sensible y reflexiva durante el Romanticismo. Los artistas comenzaron a enfocarse en situaciones cotidianas y a denunciar aspectos de la vida que antes se pasaban por alto en la apreciación estética.

 

El Romanticismo, según Walter Benjamin (Benjamin, 1988, p.188), se basó en la reflexión y la liberación de las normas clásicas, centrándose en lo sublime y lo sensible.


Artistas como Friedrich, Blake, Goya y Delacroix fueron destacados representantes de este período.

 

En resistencia a las normas académicas, surgieron movimientos como los Nazarenos, que se inspiraron en el catolicismo y la Edad Media, para crear obras con temas basados en ese período.

 

Luego, el Realismo en la pintura mostró las contradicciones de la industrialización y las desigualdades sociales, mientras que el Realismo escultórico mantuvo un enfoque romántico.

 

A medida que el arte siguió evolucionando, surgieron movimientos como el Simbolismo, basado en el psicoanálisis y los sueños, y finalmente el Modernismo, que se manifestó en la arquitectura con el Art Nouveau, enfocándose en elementos curvilíneos y naturales.

 

Estos cambios reflejan la evolución de la sociedad y el mundo industrializado. El arte, en última instancia, es una forma de expresar el pensamiento, las creencias y la cultura, que es un constructo social en constante evolución.

 

El Art Nouveau, como reacción a la industrialización, se destacó por su ornamentación y elementos curvilíneos inspirados en la naturaleza. Arquitectos como Víctor Horta, Guimard y Gaudí dejaron su huella en este movimiento, que también influyó en las artes aplicadas, el grabado y la ilustración, con artistas notables como Alfons Mucha y Gustav Klimt.