COVID 19, tercera ola de desigualdad en la historia

Fotografía tomada de Internet.
Como parte del cierre del XLV Coloquio Internacional de Primavera, el 1 de julio se llevó a cabo la quinta mesa: “Desigualdad económica y riesgos sanitarios: retos frente a las transformaciones mundiales”, en la cual el doctor Hugo Beteta, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), afirmó que la pobreza está íntimamente ligada con gran parte de los problemas sanitarios que aquejan a los mexicanos.
La pobreza no sólo implica falta de educación o desinformación, también tiene que ver con el acceso a los servicios de salud, el poder económico de cada individuo, el tipo de alimentación y estilo de vida.
Es necesario entender que una persona que sólo puede costear una dieta alta en grasas y carbohidratos, como la mayoría de la clase trabajadora del país, es más propensa a padecer alguna enfermedad como la diabetes, la hipertensión o el sobrepeso. Del mismo modo, los ciudadanos con menor poder económico no acuden a los servicios médicos, ya sea por la mala atención y la discriminación, como ocurre con las comunidades indígenas, o porque sólo acuden cuando un padecimiento es realmente grave; a diferencia de la clase media o alta que puede costear atención sanitaria particular.
El ponente agregó que a lo largo de la historia, la humanidad ha vividos diversos cambios sociales, cuya consecuencia ha sido la desigualdad económica. Algunos de los picos de este fenómeno fueron resultado de guerras, revoluciones, colapsos estatales o plagas. Con la llegada de la crisis sanitaria debido al COVID-19 se está viviendo la tercera ola de desigualdad en la historia, precedida únicamente por la revolución tecnológica.
Esta crisis se puede comparar con un maratón, sólo aquellos países que resistan una recuperación a largo plazo, posiblemente más de tres años, serán los que, económica y socialmente, saldrán fortalecidos; sin embargo, los que no resistan el golpe económico serán las poblaciones que tendrán un incremento en la desigualdad, mayor pobreza, poco crecimiento y estabilidad nula.
Los sectores sociales más dañados serán aquellos que dependen de una gran empresa, es decir, los obreros que reciben un salario mínimo, pues al intentar reducir las pérdidas, las compañías poderosas aumentan los precios de sus productos y servicios, mientras las cargas de trabajo aumentan y los salarios se reducen, dejando con pocas opciones a los ciudadanos.
En la charla se apuntó que es necesario tomar medidas que frenen las crisis sanitarias y naturales, ya que sólo tomando una responsabilidad colectiva, que beneficie a todos y no únicamente a unos cuantos, se protejan los recursos naturales y se reduzca el consumo de las industrias, se podrá tener una base sólida para que la desigualdad económica, social y educativa se erradique.