Lenguaje de la normalización de la crisis ambiental

Luis Fernández Carril y Fausto Quintana. Fotografía: Adrián Serrano| Gaceta Políticas
Pocas veces nos damos cuenta del poder real que tiene el lenguaje cuando nombramos las cosas, pues esto da una perspectiva de la vida y de los fenómenos que están anclados en una perspectiva de poder que no se puede negar.
Lo anterior tiene que ver con las distintas formas en las que se piensa el cambio climático en nuestro tiempo, señaló el investigador en Política Climática Internacional, Luis Fernández Carril, al dictar la conferencia magistral, El lenguaje de la normalización del Antropoceno, en la que estuvo acompañado del doctor Fausto Quintana.
Normalizar el lenguaje
El análisis del académico del Tecnológico de Monterrey es una mezcla de Filosofía, en particular de análisis del discurso, teoría crítica con la ética del cambio climático y política con énfasis en el lenguaje que utilizamos.
En ese sentido, el investigador comentó que muchas veces se acepta el lenguaje de forma casual sin darnos cuenta de la dimensión real de poder que hay detrás de las palabras. Queremos “hacer explícito lo que usualmente hacemos de forma implícita y que aceptamos como una cotidianeidad, donde en realidad, hay una dimensión de poder que está avasallando”, expresó.
Michael Foucault señalaba que el poder crea la realidad y el mecanismo para hacerlo es el lenguaje, por ello, la normalización tiene lugar cuando un concepto, persona o fenómeno es aceptado o excluido, explicó.
Tipologías ambientales normalizadas
En el caso de la crisis ambiental, hay una diversidad de tipologías que intentan normalizarla. En primer lugar, la nueva normalidad que se impone a través del lenguaje es hablar del cambio climático, un fenómeno que abordan los medios de comunicación a gran escala para hacerlo evidente.
Otras formas, añadió, son: el cambio climático es una realidad pero se normaliza la idea de que ya no se pueden hacer acciones para revertirlo; una más que utilizan gobiernos como el estadounidense es hacer creer a la población que la gente que está interesada por una agenda verde son conspiradores marxistas.
El leguaje de la normalización psicológica, un ejemplo más, utiliza el mecanismo de la culpabilidad climática, se hace creer a la gente que es culpable de la crisis ambiental y que con acciones individuales puede aportar su “granito de arena”.
También hay un lenguaje social, es decir, desobediencia civil pacífica; sin embargo, los que utilizan este lenguaje son tachados de eco terroristas y son excluidos sociales. Con lo anterior se observa que hay una perspectiva ideológica detrás de cada palabra, apuntó.
Ante este panorama, cambiar la narrativa es fundamental pero para lograrlo es necesario hacer un llamado a nuestra mente para que no normalice los discursos que manejan las élites de poder, sino “buscar la resistencia a éste”, concluyó.