Servir a la comunidad

Ganadoras del Premio al Servicio Social “Doctor Gustavo Baz Prada” 2018. Fotografía: Myriam Corte| Gaceta Políticas
Durante la entrega del Premio al Servicio Social “Doctor Gustavo Baz Prada” 2018, el secretario general de la UNAM, el doctor Leonardo Lomelí Vanegas, resaltó que «el servicio social es una oportunidad para tomar conciencia sobre la problemática nacional y para aprender a actuar con solidaridad, reciprocidad y en equipo, a fin de retribuir a la sociedad los recursos destinados a la educación pública”.
En la Facultad de Medicina, en el Auditorio Doctor Raoul Fournier Villada, recibieron el premio 225 alumnos y 120 asesores que realizaron destacadas aportaciones a la comunidad.
A nombre de los premiados, los alumnos Gerardo Valente Hernández Limón, estudiante de Enfermería de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, y Valery Moguel Martínez, de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, relataron su experiencia al trabajar en una zona rural de Zongolica, en el estado de Veracruz, y con población migrante, a través de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades.
Tania Danae Loaiza Escobar (Ciencias de la Comunicación), Valery Moguel Martínez (Relaciones Internacionales), Alejandra Armendáriz Tufiño (Sociología) y Marlene Álvarez Esquivel (Ciencia Política), fueron las alumnas galardonadas con el premio Doctor Gustavo Baz Prada 2018, de la Facultad. Sus experiencias se presentan a continuación.
Comprometidas con la sociedad
Leer nos hace libres
El seis de septiembre de 2016, Tania Loaiza recibió un correo de la Dirección General de Orientación y Atención Educativa (DGOAE) pata invitarla a formar parte del programa, “Fomento a la lectura en niños de primaria”. Para Loaiza la lectura “es una forma de abrir y de conocer nuevos horizontes. Nos permite describir algo más allá de lo que vemos día tras día, de nuestra familia y de nuestro micro entorno. Es una manera de percibir al mundo a partir de diferentes miradas que nos puede sembrar una semillita para alcanzar grandes retos”.
El principal objetivo del programa que seleccionó para realizar su servicio social estaba enfocado a fortalecer el hábito de la lectura en niños de primero, segundo y tercer grado de escuelas primarias públicas, pues “son las más vulnerables y las que realmente necesitan atención en diversos rubros académicos”, señaló. Como prestadora de servicio social, tuvo la oportunidad de desarrollar competencias para el manejo de grupo, para la organización, aprovechamiento y conservación de la Biblioteca de Aula, y para el diseño e instrumentación de actividades lúdico-recreativas que complementaban las lecturas.
Comentó que regresar a la primaria implicó regresar a su niñez. “Verme sentada en esas bancas y ponerme en el lugar de quienes ahora las ocupan, me ayudó a mejorar mi desempeño del día a día, a ir por gusto más que por obligación y, sobre todo, a entender las necesidades y carencias de los alumnos”. Leer nos hace libres, dicen por ahí. Y no hay frase más cierta que esa. Leer libera nuestra mente, nuestros sentimientos, nuestros prejuicios y nuestros roles sociales. Rompe con nuestros paradigmas y nos enseña nuevas maneras de ver la vida y nos impulsa a conocer otro forma de recorrer el camino de nuestra vida.
“Esta forma de servicio me dejó mucho crecimiento personal, que, para mí, es lo más valioso de todo, porque puedo aplicarlo en cada uno de los ámbitos de mi vida diaria. Estoy orgullosa de haber participado en él y de ser puma”, expresó.
Todos migramos
De la larga lista de instituciones que estaban recibiendo a estudiantes para realizar su servicio social, Valery Moguel Martínez se encontró con la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec), de la cual sólo conocía la dirección encargada de atender a migrantes.
La Sederec, explicó Moguel, es una dependencia del Gobierno de la Ciudad de México cuya responsabilidad es “establecer y ejecutar políticas públicas y programas en materia de desarrollo rural, atención a pueblos indígenas y comunidades étnicas, huéspedes, migrantes y sus familias”.
Durante su servicio social estuvo colaborando en el “Fomento de la Ciudad Hospitalaria e Intercultural”, coadyuvando a la regularización migratoria, pues existen muchos casos en los cuales los extranjeros que habitan en el país no tienen conocimiento del trámite que debe realizarse ante el Instituto Nacional de Migración para obtener su residencia o cualquier otra condición de estancia en México.
Su labor consistió en orientarlos para llevar a cabo correctamente sus trámites migratorios y, a partir de ello, ayudarlos a vivir de manera regular y con mayores oportunidades en el país.
“Ser la coadyuvante del programa de Regularización Migratoria de la Sederec me ha permitido empaparme de todo el proceso para obtener una condición de estancia en México, renovarla, cancelarla o perderla. También ha sido necesario analizar y estudiar por cuenta propia distintas leyes relacionadas, tales como la Ley de Migración, los Lineamientos y Procedimientos para la Realización de Trámites Migratorios y la Ley de Nacionalidad”.
Finalmente comentó que ha sido muy gratificante participar en todos estos programas y trabajar con migrantes nacionales e internacionales, ya que, a pesar de que la migración es un tema que estudió durante la licenciatura, es muy distinto cuando todo lo teórico se lleva a la práctica ayudando a sectores que lo necesitan.
Sentimientos de una adicción
Alejandra Armendáriz Tufiño colaboró en el programa de Sistema de Reporte de Información en Drogas (SRID), cuyos objetivos son: evaluar los cambios en las tendencias de consumo de sustancias a través del tiempo; hacer una recopilación de nombres populares con los que los usuarios de sustancias se refieren a los hábitos de consumo o a la sustancia misma; y proporcionar un diagnóstico actualizado cada año sobre los nuevos tipos de drogas y tendencias de consumo de sustancias en la Ciudad de México.
“Mi objetivo fue entender la dinámica de consumo de drogas, debido a que en la actualidad es un problema grave para la sociedad. El uso de estupefacientes se presenta en cualquier clase social, lo cual me inquietaba; quería averiguar los detonantes que conducen al abuso de sustancias y si existía algún método de rehabilitación eficaz para dicha problemática. Principalmente buscaba instrucción desde una mirada diferente a la que había tenido durante la licenciatura; más que aprender de literatura, mi deseo principal era conocer la experiencia personal de los consumidores, así como los sentimientos que les ocasionaba la adicción”.
Alejandra comentó que trabajar con poblaciones vulnerables no es tan fácil como se creería, “son personas extremadamente sensibles, por ello se debe tener especial cuidado y preparación anticipada. En el momento en que obtuve la confianza de los chicos, pude conocer sus necesidades, sus tristezas, sus ansiedades; pude conocer sus historias de vida, los problemas que les orillaron a estar en la calle, las razones por las que iniciaron el consumo de drogas y la manera en que obtienen recursos para subsistir”.
Agregó que se cree que los chicos que consumen son en su mayoría delincuentes o nada productivos, pero no se consideran las razones que los orillan a vivir en la calle, al consumo y a la subsecuente dependencia a las sustancias.
“Es necesario unir nuestras capacidades como científicos sociales para visibilizar a las poblaciones vulnerables, para diseñar programas que permitan darles una mejor calidad de vida, pues los programas existentes tienen muchas carencias. Es importante fomentar un mayor número de proyectos de servicio social que permitan aproximarse a las poblaciones más vulnerables, crear conciencia y empatía en éstas”, enfatizó.
Formar lectores
Un ejemplo más es el de Marlene Álvarez Esquivel, quien realizó su servicio social en la escuela primaria “Profesor Jesús Romero Flores”, ubicada en el Municipio de Ecatepec de Morelos, en el Estado de México, en el “Programa de Fomento a la lectura en niños de primaria”. Este programa establecía el apoyo a niños de primer a tercer grado, sin embargo, su apoyo se extendió hasta sexto año.
Para Marlene la experiencia de estar frente a una cantidad de niños considerable no es una tarea simple, y mucho menos sencilla. Sin duda, la persona encargada de animar a leer y escribir debe tener una capacitación suficiente, así como reunir ciertas cualidades y características que le permitan implementar las actividades correctas de acuerdo con las necesidades de los alumnos. “Al inicio se hizo evidente mi desconocimiento en temas de enseñanza y mi inexperiencia en el trabajo con niños de educación primaria”, reconoció.
Desempeñarse dentro de la escuela primaria la hizo tener otra percepción sobre el sistema educativo mexicano, así como observar y valorar el esfuerzo del día a día de los docentes. “La responsabilidad de cada uno es muy grande, ofrecer soluciones, propuestas y resultados no es fácil, pues se requiere de mucha habilidad para hacerlo”, comentó.
El Programa Universitario de “Fomento a la lectura en niños de primaria” es una excelente propuesta de servicio social, pues contribuye de manera directa a la mejora continua de un sector muy importante de la sociedad. Sin embargo, consideró que cada prestador debe adaptarlo a su contexto. “Tuve el gran privilegio de contribuir en mi comunidad y aportar con mi conocimiento a una buena causa: formar lectores. Para mí esta etapa estuvo llena de aprendizaje y de autodescubrimiento, pero sobre todo me hizo comprender que con pasión, dedicación y esfuerzo se puede llegar muy lejos”.