El cuerpo femenino en manos del capitalismo

La escritora, profesora y feminista italo-estadounidense, Silvia Federici visitó la Facultad y criticó la forma en que el capitalismo merma la capacidad de autonomía femenina. Foto: Eréndira Barrios
¿Cómo el capitalismo se apropia de la fuerza reproductiva de la mujer?¿Cómo la utiliza para perpetuar sus cadenas económicas?¿Por qué es imperativo crear una resistencia activa a esta situación? Éstos fueron los ejes de la conferencia magistral: Reproducción y lucha de las mujeres en una época de nueva acumulación originaria, impartida por la escritora, profesora y feminista italo-estadounidense, Silvia Federici.
El capitalismo, explicó, es un sistema económico que ve al trabajo de la mujer como fuente esencial de la riqueza social; controla la procreación y crianza para regular el mercado laboral, pues dicha procreación tiene impactos económicos y políticos, por lo que se apropia del cuerpo femenino imponiendo restricciones y disciplina a la sexualidad. Aún más, “la defensa pro-vida es todo lo contrario, y la sacralización de la maternidad es una hipocresía”.
El capitalismo usurpa la capacidad de decisión de ellas sobre su propio cuerpo, pero también sobre su desarrollo laboral. ”Son las trabajadoras ideales porque están acostumbradas a laborar sin recibir pago”, puntualizó Federici, razón por la cual se les inserta en empleos mal remunerados y además se les obligada a cumplir con los quehaceres domésticas sin sueldo alguno.
Sin embargo, aseguró la interlocutora, a pesar de la actual violencia económica y social de la que son víctimas, son protagonistas de la lucha contra el actual sistema de explotación. Día a día, miles, ya sea desde el hogar, el campo o el trabajo, buscan acabar con esta violencia por medio de movimientos de resistencia y cooperación.
“Debemos romper con el aislamiento de la mujer, transformar la vida cotidiana y reformar la estructura del tejido social”, sentenció Silvia Federici, y añadió: sin importar cómo el capitalismo trata de mermar la capacidad de autonomía femenina, se debe resistir y cooperar para exigir un verdadero cambio social, en el que cada una vuelva a tener autonomía sobre su cuerpo y deje de ser vista como mero capital económico y producto de consumo.