DAESH en prospectiva

Francisco Abundis Mejía, Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales, argumenta en este artículo los hechos que han marcado a Siria a lo largo de la historia. Ilustración: Adriana Godoy y Daniel Villa
La región de Medio Oriente es una región volátil. Más que regirse por estructuras y procesos sociales se rige por coyunturas, y son tales en estos momentos que está gestando una reconfiguración geopolítica en esta zona del globo. Han pasado cinco años desde que los vientos de cambio llamaron a las puertas de algunos países del denominado mundo árabe; Túnez, Egipto, Bahrein, Siria marcaron vanguardias en cuanto a romper esquemas de manifestaciones sociales con un común denominador: la precariedad de poblaciones golpeadas por regímenes autoritarios que, con años en el poder, crearon un aparato a su disposición en detrimento de la población de a pie.
Así, cinco años después de lo que parecía un cambio de paradigma que significaría una mutación en las dinámicas locales, regionales e internacionales del Medio Oriente, esto se vio frenado. Las llamadas «revoluciones árabes» se estancaron y las transformaciones pretendidas colapsaron entre las esquirlas de un elemento que nunca se esfumó y que sigue siendo un importante elemento de análisis: el aparato militar.
Dicha premisa se enlaza al argumento principal de esta reflexión: ¿cómo el aparato militar de naciones que sufrieron injerencia extranjera –el caso de Irak–, tiene relación directa con un actor de carácter no estatal (DAESH) que, en fechas recientes ha cobrado relevancia a nivel internacional por una serie de sucesos colocados en la psique de opiniones públicas y privadas mediante el uso de la parafernalia?
Primero, las prospectivas en la región debido a la participación de dicho actor en una serie de dinámicas son de pronóstico reservado. La praxis ha dado numerosos ejemplos de cómo la zona en cuestión es impredecible. Los cambios en la misma dependen de una serie de variables que van desde procesos internos, hasta un elemento casi inmutable tras la creación de los Estados Modernos –poco después del desmembramiento del imperio Otomano–:la influencia del factor externo.
Segundo, DAESH o Estado Islámico (EI) es un fenómeno que se inserta en una pugna de grupos cuyo objetivo primario es el control de la denominada «Yihad Internacional»; otro –haciendo uso de la retórica y propaganda–, es crear un califato que recupere la gloria y esplendor que llegaron a tener los imperios musulmanes, (situación que implicaría recuperar el sur de España, expandirse por toda Europa y dominar parte de Asia central).
Obviamente, estos argumentos son de carácter divulgativo, y difícilmente se pueden convertir en objetivos plausibles para un grupo que, cual hidra, ha demostrado que si se le amputa un miembro, pueden salir varios más al servicio de una ideología. Ésta, tergiversando al Islam, ha sabido llenarse de adeptos y militantes de las más distintas nacionalidades.
Pero ¿Qué futuro le depara a esta organización criminal? ¿Es posible su erradicación? Las imágenes de militantes de EI destruyendo patrimonio cultural de la humanidad, asesinando cristianos, homosexuales y yendo en contra de prácticamente todo lo que no profese su «retorcida» lectura del Corán, han marcado una imagen difusa y poco clara de lo que realmente representa para la comunidad internacional este fenómeno.
Hablamos, claramente, de un reto que abarca implicaciones económicas, financieras y morales, pero también un cambio en la manera en que se establecen patrones de análisis hacia países como Siria; nación que además de estar sumida en una cruenta guerra civil, (contempla parte de su territorio confuso) ocupada por este grupo criminal.
Dicho lo anterior, más allá del robo, saqueo, venta de antigüedades; así como la explotación y secuestro de refinerías en la región, habría que analizar el financiamiento externo de este grupo, para entender, muchas de las dinámicas de carácter regional.
La zona en cuestión se halla en una etapa sumamente complicada: Irán y su acercamiento con Estados Unidos, y recientemente su ruptura diplomática con el régimen wahabita de Arabia Saudita, son una de las variables a seguir. Además, es obligado incluir a Palestina, que sufre la ocupación israelí desde la creación de este estado en 1948; a Egipto y su inestabilidad provocada por el golpe de Estado y el retorno de la dictadura militar; y a Marruecos, con su democracia disfrazada.
Estas y otras variables más deben insertarse en el complejo panorama de Medio Oriente si se pretende llevar a efecto un análisis serio, alejado de concepciones simplistas y reduccionistas.
DAESH es tan sólo uno de tantos problemas en la región, pero la importancia de su estudio quizá radique en analizar su origen: la intervención militar de Estados Unidos en suelo iraquí y los estragos que ocasionó en una estructura social que mantenía características emanadas del Baazismo.
Entonces, para entender cualquier ecuación en donde estée presente EI se deben tomar en cuenta una serie de actores de toda índole, desde el régimen sirio con un pequeño porcentaje de control sobre el terreno, hasta la balcanización de Damasco y su consecuente expectativa de dádivas proporcionadas por la República Islámica de Irán y de la Federación Rusa.
Otro de los actores a considerar son las fuerzas de oposición al régimen de Al-Assad, que controlan una parte del territorio sirio; sin mencionar una serie de grupúsculos de carácter salafista (algunos leales a las milicias de Al-Qaeda) que se encuentran en la lucha, como ya se mencionó, por el trono de la Yihad global.
A los elementos regionales se les suma la situación de los kurdos y su influencia en la parte norte de Siria. Ahora bien, el Estado de Israel, durante mucho tiempo fuera de la retórica de EI; en fechas recientes ha presenciado mensajes de DAESH que «secuestran» la causa Palestina, argumentando, literalmente, «eliminar a todos los judíos de Palestina». Esta, situación mancha la lucha de liberación nacional que libra Palestina, poniendo de manifiesto que, de involucrarse con Israel, habría una rápida respuesta por parte de Tel-Aviv, esta respuesta alimentaría el fuego voraz que consume lentamente a la región.
A lo anterior se debe de sumar la coalición formada tras los atentados terroristas acontecidos en la capital francesa y que fueron aceptados por el «Califato». A ello París respondió con una acción que más que golpear a Estado Islámico, golpeó a las milicias que no eran afines al régimen de Al-Assad. Dicho esto, la situación actual de los territorios controlados por Al-Baghdadi, se sitúa dentro de los propios procesos que envuelven a la región, convirtiéndose en un reto no solo regional, también en una llamada de atención para el organismo supranacional por excelencia, las Naciones Unidas. Este órgano internacional ha parecido, durante años, no inmutarse ante la crisis humanitaria en Siria, misma que si por naturaleza propia es compleja, si se le añade el factor DAESH, se convierte en algo insostenible. El problema no solo estriba en territorio sirio, ya que si bien, como ya se mencionó, existe un plan de expansión dentro de la retórica de DAESH, los daños en términos de patrimonio y de vidas humanas, así como en violaciones a derechos humanos en los feudos del califato, han ido en constante aumento.
En conclusión, las prospectivas en las Relaciones Internacionales se sirven de las coyunturas y los realineamientos regionales en el Medio Oriente, éstos –que iniciaron con las denominadas primaveras árabes, hace cinco años–; son procesos que tienen como base las mismas estructuras formativas del Estado Islámico: la injerencia del factor externo en la región de Medio Oriente.
La erradicación de este grupo criminal debe de ser parte de la agenda de la denominada comunidad internacional, asumiendo parte de la culpa de su formación. Dentro de un proceso de capitalismo exacerbado y en donde el neo-colonialismo en la región ha generado un caldo de cultivo propicio para la aparición de este tipo de actores, resulta sorpresivo, sin embargo, el alcance logrado por el mismo, y los límites que ha rebasado.
Francisco Daniel Abundis Mejía
Maestro en Estudios en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de Guadalajara, candidato a doctor en ciencias políticas y sociales con orientación en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México