Desigualdad, amenaza real para la estabilidad mundial
Por Alfredo Bucio

Cristina Rosas. Foto: David Cabrera.
La desigualdad no solo es un problema ético, sino una amenaza real para la estabilidad internacional; es decir, la falta de acceso equitativo a recursos y oportunidades alimenta la desconfianza hacia las instituciones, lo que debilita la legitimidad de los gobiernos democráticos, afirmó María Cristina Rosas González, especialista del Centro de Relaciones Internacionales (CRI).
En la conferencia, “La desigualdad como obstáculo para la gobernanza” que formó parte de la 50.ª edición del Coloquio Internacional de Primavera, la investigadora agregó que las democracias más desiguales tienden a ser, incluso, más vulnerables ante el populismo y la polarización.

Bimo Ariawan. Foto: David Cabrera.
Desde una visión diplomática, el señor Bimo Ariawan, encargado de Negocios de la Embajada de Indonesia en México, presentó otra postura. Afirmó que si bien la desigualdad representa un reto, también puede ser una oportunidad para fortalecer la cooperación internacional. Al respecto, compartió ejemplos de políticas inclusivas en el sudeste asiático, donde se ha logrado un crecimiento económico sostenido, sin dejar completamente atrás a los sectores más vulnerables.
Por su parte, Máximo Jaramillo, cofundador del Instituto de Estudios sobre la Desigualdad, fue contundente al afirmar que “no puede haber gobernanza efectiva sin justicia social”. Criticó duramente la concentración de riqueza en México y señaló que el Estado ha sido cómplice de mantener estructuras de exclusión. En este contexto, llamó a reformar el sistema fiscal y a diseñar políticas públicas desde una perspectiva redistributiva, que enfrente de raíz las causas estructurales de la desigualdad.

Virginia Valdivia. Foto: David Cabrera.
Virginia Valdivia Caballero, también del CRI, añadió un enfoque teórico al señalar que la gobernanza contemporánea debe repensarse más allá de los gobiernos, incluyendo actores sociales, académicos y organizaciones civiles. Mencionó que la desigualdad no es sólo económica, sino también de género, raza y territorio, por lo que urge una mirada interseccional frente al tema.
Lucero Rocha González, funcionaria de la Secretaría de Relaciones Exteriores, planteó que el reto está en traducir el discurso en políticas concretas: “Las buenas intenciones no son suficientes si no hay voluntad institucional, ni coordinación entre niveles de gobierno”.
Las coincidencias en la gravedad de la desigualdad se pusieron de manifiesto en la sesión, pero las propuestas para enfrentarla fueron diversas, según el enfoque disciplinario y profesional. Asimismo, desde la diplomacia, la academia y la sociedad civil fue claro el llamado a repensar la gobernanza como una tarea compartida que exige inclusión, justicia y responsabilidad colectiva.