Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas
Por Tania Lucero Jiménez Cárdenas

David Barrios, Marcela Turati y Raquel Gutiérrez. Foto: Valeria Arévalo.
Un territorio controlado y silenciado por el narcotráfico y el gobierno, con una fosa común clandestina y un nivel de violencia inimaginable, fue el panorama con el que Marcela Turati, periodista mexicana especializada en víctimas de narcoviolencia, se encontró en uno de los estados norteños del país, lo cual la llevó a escribir su libro San Fernando: última parada. Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas.
Como investigadora y coleccionista, siempre buscaba noticias, expedientes y, sobre todo, testimonios que le ayudaron a concretar su obra.
“¿Que les pasó a estos jóvenes? ¿Quiénes son y cómo fue posible que les sucediera esto? San Fernando representa muchas cosas para mí. En las fosas no sólo había mexicanos, era un lugar donde mataban a migrantes y a gente de todo el país. Eran los Zetas, con policías municipales, quienes todos los días bajaban a los migrantes a las 7 am, y todo el mundo sabía que no iban a volver”, subrayó.
De acuerdo con Turati, la duración de los acontecimientos en San Fernando no fue únicamente de tres días como aseguró el gobierno, sino fue algo que se dio durante meses. Asimismo, presenció en la morgue la manera en la que subieron a 120 cuerpos en un autobús con destino a a la Ciudad de México, donde trataron de enterrarlos o cremarlos, como un hecho más del modus operandi que utilizaban para no espantar al turismo y a la población. La cifra final de este acontecimiento fue de 200 cuerpos, pero se ha hablado de hasta 500 o 600 personas asesinadas.
Tratar de invisibilizar y ocultar el tema, sacando a los cuerpos de la escena pública, condena a miles de personas a estar buscando a sus familiares durante toda la vida; una cosa inhumana, donde la primera tragedia es cuando matan a estos seres humanos y la segunda es cuando las ocultan.

Portada del libro San Fernando: última parada. Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas. Foto: Valeria Arévalo.
“Incluso el Estado comenzó a investigarme y me consideraron como sospechosa en el caso, y esto es una prueba de cómo el gobierno pone mucho empeño en las personas equivocadas, pero no en identificar a los cuerpos y en regresarlos a sus hogares. Nunca se enfocan en las víctimas”, enfatizó la periodista.
Por su parte, David Barrios, doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, planteó que Turati realizó un rescate de múltiples hechos graves, que el propio Estado mexicano y los perpetradores directos de violencia consumaron y continúan ocultando. De igual manera, apuntó, en este libro y con el caso de San Fernando, se muestra con claridad la disputa territorial que tiene lugar en diversas partes del país.
“Dado que este sitio abre distintas rutas hacia Estados Unidos, se convierte en un territorio en disputa. Si pensamos en San Fernando construimos una imagen mental de un espacio desolado, pero se encuentra en un estado muy rico y con muchas capacidades productivas. Refleja una suerte de continuidad de la paradoja de la abundancia, donde en lugares donde existe gran riqueza, hay espacios de violencia por la disputa de éstos”, comentó.

Alumnos interesados en el tema de la obra presentada. Foto: Valeria Arévalo.
Además, agregó, las complicidades entre actores con actividades ilegales y el ejército es algo que sucede de manera cotidiana.
Finalmente, Raquel Gutiérrez, matemática y filósofa mexicana, felicitó a Turati, pues aseguró que en su trabajo brinda una gran cantidad de elementos para producir la explicación de algo que, por momentos, se convierte en un asunto incomprensible.
La labor insistente de la periodista fue la de investigar en su calidad de reportera, pero también en su rol como teórica; su texto es un trabajo a partir del cual muchos tenemos que ir construyendo explicaciones eficaces en términos políticos. “¿Cómo dar sentido a aquellos procesos que se producen de manera fragmentaria, y que dan sentimientos de horror y miedo?”, cuestionó.