Examen a las acciones migratorias en México
Por Yael Alcantara

Foto: Getty images.
La migración es un proceso de desplazamiento que por razones geográficas e históricas ha involucrado a México desde ambos lados de la balanza: ya sea como el emisor o receptor de grupos vulnerables.
Ha sido por circunstancias varias que el país recibe y expulsa personas, dígase violencia, búsqueda de mejores condiciones laborales o inclusive por persecución política, como fue el reciente caso de la familia del expresidente peruano, Pedro Castillo, misma que actualmente reside protegida en nuestra patria.
Desde Lázaro Cárdenas es que México se considera un arquetipo internacional —aunque sea discursivamente— del refugio y el asilo político, pues en la década de los treinta del siglo pasado, cuando inició la Guerra Civil Española, el gobierno de este mandatario decidió, incluso, apoyar económicamente a perseguidos españoles que huían del dictador Francisco Franco. Después, en los años sesenta, el país fue anfitrión de guatemaltecos que escapaban de su propia guerra civil, y luego de los chilenos perseguidos tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet.

Maestra Kelly Johana Henao. Foto: José Luis Torales.
La particularidad de este asunto, como lo explicó Kelly Johana Henao Castrillón, maestra en Relaciones Internacionales por la UAM, en la cuarta mesa del Seminario Jurídico de Temas Contemporáneos: Derecho humano al refugio y al asilo en México, es que aun cuando el país se asumió como un lugar de puertas abiertas para miles de personas, cuyos derechos humanos estaban (o siguen) siendo vulnerados por razones multifactoriales, “acá esto se presentó como una situación particular, pues en la legislación no había nada referente al refugio; es decir, empezó como una decisión unilateral del ejecutivo”.
Añadió que fue hasta el inicio del segundo milenio que en la República comenzaron los procesos de solicitud para que migrantes obtuvieran la condición de refugiados, haciéndose obvias las contradictorias actuaciones del Estado mexicano, que en su falta de regulación temprana tiende a una permisión omisiva.
Éste es el caso expuesto por Gerardo Talavera, director general del programa Casa Refugiados, quien contó la historia de un migrante eritreo, quien sin dominio del español, pasó por nueve cárceles hasta quedar deambulando por territorio nacional, dada la indiferencia del Estado; hecho que pone a la luz que los migrantes corren el riesgo de que algún poder fáctico pueda aprovechar su condición de vulnerabilidad.

Gerardo Talavera, Francisco García, Alejandro Peña y Kelly Henao. Foto: José Luis Torales.
En este contexto, tanto Talavera como Francisco García, maestro en Antropología, coincidieron en que la solución más factible a largo plazo debe ser la propuesta por los estados del norte global, en la «Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes”, en la que se solicitó que las naciones con importantes flujos migratorios hacia el exterior, atiendan las causas prioritarias que obligan a la población a buscar mejores condiciones de vida. Asimismo, tal planteamiento implica la utópica recuperación del bienestar en países oprimidos, en los cuales se repite el patrón institucional de la violencia con sus propios ciudadanos.