Los Derechos Humanos como un pilar de la sociedad

Por Gerardo Pérezgrovas Ballesteros

Esta es la historia del mural que sirvió de inspiración a la diseñadora Ángela Alemán para crear el “Calacón Politicón”, obra con la que nuestra Facultad participó en la XXV edición de la Megaofrenda UNAM.

 

Las aventuras y los viajes no son sólo para los humanos, hace ya algunas décadas el mural Abstracción Integrada, del artista plástico Carlos Mérida, emprendió un largo viaje para erigirse esplendoroso a la entrada del Centro Cultural Universitario, en Avenida Insurgentes, y hoy en día es considerado patrimonio de la UNAM.

 

De ascendencia española y maya, Carlos Mérida nació en Guatemala en 1891; a lo largo de su vida, sus orígenes serían como un crisol cultural donde su obra se consolidaría, con sus facetas latinoamericana y europea, en una sola e innovadora forma de arte. Sus principales ejes temáticos fueron abstractos y geométricos, ligados a la arquitectura más que a la narrativa, como hacían sus colegas muralistas.

 

Pulió su técnica mediante la creación de escenografías, trabajos gráficos, bosquejos y vestuarios para espectáculos teatrales y de danza. Asimismo, logró congregar en un solo núcleo a artistas, artesanos y arquitectos, logrando casi una interacción perfecta entre los espacios arquitectónicos y su obra, lo cual le valió que compararan su estilo con la construcción de catedrales medievales.

 

Mérida hace confluir escuelas y corrientes como cubismo, surrealismo, muralismo y hasta el modernismo europeo, combinándolos con elementos precolombinos y algunos otros aspectos figurativos de su arte abstracto, como lo fue su gran colorido y el recurso de la geometría.

 

Partiendo de estos elementos, el mural Abstracción Integrada fue concebido en 1967 para decorar la entrada de una antigua fábrica de bujías, al norte de la Ciudad de México. Sus figuras geométricas, con líneas rectas dominantes y algunas curvas, formas oblicuas y espirales, todas ellas confeccionadas con mosaicos de talavera poblana, recrean el intenso ambiente de producción industrial, generado por la interacción de obreros, máquinas y energía, que se vivía en el interior, y que hace de esta pieza algo tan especial como ninguna otra en la extensa obra de Mérida.

 

La fábrica de bujías cerró y el director de la empresa, Gonzalo Pereira, se acercó al arquitecto Luis Almeida para hablar sobre el posible destino del mural. En 1987 fue desmantelado pieza por pieza, con sus tonos azulados y blancos y sus casi 35 metros de largo para luego recorrer 25 kilómetros, desde avenida Vallejo hasta su ubicación actual en Insurgentes Sur, a la altura del Centro Cultural Universitario.

 

Abstracción Integrada corrió con mucha suerte pues, como la ley no protege el arte de autores extranjeros, la Universidad Nacional lo tomó como parte de su patrimonio.

 

Este mural es objeto de análisis desde varios lentes, ya que las obras de Carlos Mérida no se asociaban a temas políticos o sociales, así que podrían significar todo o nada a la vez, y en ello radica parte de su atractivo e importancia.