¿La muerte de Gorbachov explica la actual "Rusia de Putin”?

Luis Antonio Huacuja Acevedo

Profesor del Posgrado de la UNAM

Gorbachov es uno de los íconos del Siglo XX y, como tal, representó a una época; a un momento histórico determinante. La caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la URSS constituyen un hito histórico que modificó el mapa global en lo político y en lo económico.

 

Gorbachov fue un reformador, pero, sobre todo, tuvo el olfato político suficiente para advertir los cambios que se estaban dando a nivel mundial. Planteó una serie de reformas políticas y económicas que eran acordes con la nueva dinámica global en gestación, pero que encontraron importantes resistencias en las élites soviéticas, que coincidieron con la incomprensión y exigencias de las repúblicas que las conformaban.

 

¿La Perestroika y la Glásnost realmente se percibían a  favor de la transparencia y prosperidad rusa?

Gorbachov hizo una lectura que lo llevó a impulsar reformas de gran calado. Necesarias, adecuadas para un momento específico. En este sentido, fue un reformador. Para los más innovadores, lleva el reconocimiento de la apertura al mundo. Para los más conservadores y nostálgicos, Mijaíl Gorbachov traicionó a la Rusia milenaria.

 

Lo cierto es que la URSS vivía una importante crisis económica, a lo que se sumó la carrera armamentista de occidente y el desgaste que representó la intervención  soviética en Afganistán.

 

En un momento en que se gestaba un importante modelo económico global, Gorbachov apostó por subirse al tren de la modernidad y, al mismo tiempo, de la interdependencia económica.

 

La Glásnost suponía una reforma de transparencia y democratización de las estructuras públicas, y al mismo tiempo, una nueva interacción con la población, que no conocía otro modelo que aquel que se había construido después de la revolución rusa. La resistencia e incomprensión, por lo tanto, vinieron tanto de las élites políticas como de un sector de la población demasiado conservador.

 

Esta reforma política era necesaria para llevar a cabo las reformas económicas, conocidas como la Perestroika, la reforma económica que debía dar un nuevo impulso a una superpotencia agotada. El nuevo modelo entusiasmó a un importante sector de la población y produjo una apertura sin precedente; sin embargo, también encontró muchas resistencias que dificultaron su consecución e implementación. Al final, para los impulsores y los detractores del nuevo modelo, se trató de un proyecto inconcluso.

 

En la época se podía advertir la apertura, como signo de los tiempos, y la transparencia, como condición necesaria. Quizás para algunos sectores aquello era demasiado rápido, demasiado pronto, demasiado profundo, y representaba demasiados cambios.

 

¿Se puede esperar que un reformismo, que conllevó la desaparición de la URSS con Gorbachov, sea un acto de heroísmo?

Gorbachov es, para unos, un héroe y, para otros, un villano. Quizás hizo lo que tenía que hacer ante las circunstancias Los cambios sociales y políticos de la época anunciaban una importante transformación global y Gorbachov quiso aprovechar ese momento impulsando una serie de reformas ambiciosas que, desde su visión, devolverían la grandeza a la Unión Soviética. Habrá que preguntarse qué hubiera pasado si no se hubiese aventurado a impulsar las reformas que marcaron su legado. Lo cierto es que a su llegada a la Secretaría General del Partido Comunista, en 1985, había un importante estancamiento económico en la Unión Soviética, que contrastaba con el nuevo impulso que se estaba dando en la Comunidad Europea al Mercado Común, que se transformó en el Mercado Interior Europeo, para vigorizar la libre circulación de mercancías, capitales, servicios y personas, ese mismo año.

 

Con las reformas que impulsó Gorbachov en 1986 se intentó destrabar la economía y dar nuevos alicientes al mercado, al tiempo que se procuraron reformas políticas que pretendían acabar con la corrupción y transparentar la vida pública.

 

Más allá de las dificultades que encontró Gorbachov, la transformación que planteó ha sido, sin duda, un acto de valentía y de determinación política, en un momento específico, ante los cambios que se avecinaban desde su perspectiva y sus inquietudes intelectuales y filosóficas.

 

Gorbachov tuvo una visión de apertura y de conciliación. No tuvo empacho en reunirse con actores globales de todo el mundo e impulsó compromisos importantes en favor del desarme nuclear, lo que le valió la obtención del Premio Nobel de la Paz en 1990.